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DERROTA MUNDIAL
Entretanto, la propaganda inspirada por los judíos hizo del caso Polonia un motivo de
agitación mundial. Recién iniciadas las operaciones, el 3 de septiembre se difundió que el
Santuario Nacional de la Virgen de Polonia, en Czestochova, había sido destruido por los
nazis. Al siguiente día los alemanes llevaron a los periodistas extranjeros a Czestochova y
éstos pudieron dar fe —entre ellos L. P. Lochner, de la Associated Press— que el Santuario
se hallaba intacto. Así lo declaró también el Prior Norbert Motzlewsky. Sin embargo, los
rumores alarmistas se difundían ampliamente en extensos mensajes, en tanto que las
rectificaciones se ministraban en insignificantes boletines que sólo en mínima parte
borraban la mala impresión causada por la versión original.
El pueblo polaco sufría espantosamente los rigores de la guerra y no se daba cuenta de
que estaba siendo manipulado como instrumento de secretas maniobras internacionales. Se
le lanzó al sacrificio en la forma más despiadada y siniestra. Para mantener ese engaño, el 5
de septiembre el diario «Kujer Poznaski» anunció a los polacos que todas las fuerzas
francesas de tierra, mar y aire habían entrado en acción. Esto no era cierto. El día 6, para
que el ánimo no decayera, la radio de Varsovia anunció que la línea alemana Sigfrido había
sido rota por los franceses. En realidad, ni siquiera se combatía allí.
El 11 de septiembre la campaña germano-polaca estaba llegando a su punto
culminante. Los ejércitos alemanes de von Küchler habían ya flanqueado a Varsovia por el
norte, en tanto que el ejército de von Reichenau hacía lo propio por el sur. Los principales
contingentes polacos se hallaban casi copados entre ambas tenazas y sin esperanzas de
salvación.
Ese día la propaganda internacional dijo al pueblo polaco que «el avance francés que
había sido detenido momentáneamente por la contra-ofensiva alemana, se reinició el 10 de
septiembre», y así se le daban falsas esperanzas.
En realidad no existía ni la ofensiva francesa ni la contra-ofensiva alemana en el frente
occidental, pero con estas falsedades se exprimía a Polonia hasta el último centigramo de
resistencia.
El 17 de septiembre la campaña polaca estaba prácticamente decidida con más de
medio millón de polacos prisioneros o dispersos. Hitler habló en Dantzig el día 19 y
precisó que Alemania nada pedía ni a Inglaterra ni a Francia, y que la contienda en el
Occidente no tenía razón de ser. El régimen de Daladier repuso que Francia «continuará la
guerra hasta obtener la victoria definitiva», en tanto que el Premier inglés, Mr. Chamberlain,
contestó despectivamente diciendo que «el ofrecimiento de paz de Hitler no cambia en
nada la situación». Mientras fallaba este esfuerzo diplomático para hacer la paz en
Occidente, el mando alemán pidió la capitulación de Varsovia a fin de ahorrarle inútiles
sacrificios a la población civil, pero el comandante polaco se empeñó en convertir la plaza
en parapeto y presentó combate. Ocho días después Hítler intervino en las operaciones
militares y ordenó que Varsovia fuera capturada a sangre y fuego. El general Blaskowitz,
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