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DERROTA MUNDIAL
Tales informes recibidos por Roosevelt y transmitidos a Stalin resultaron
absolutamente exactos.
El general Beck, ex jefe del Estado Mayor General alemán, conservaba nexos ocultos
con sus amigos israelitas. Por su conducto salieron de Alemania valiosos secretos, vía París,
y eran ya del dominio de Roosevelt y Stalin. Este último sabía con certeza, como lo con-
firma Bullit, que la ofensiva alemana contra la URSS sería en 1941. Para entonces el
Kremlin esperaba contar ya con una masa abrumadora de tropas; y mientras tanto rehuía a
todo trance que él Ejercitó Rojo se enzarzara prematuramente en la lucha con el Ejército
Alemán. Tal fue el significado del pacto ruso-germano de no agresión firmado el 23 de
agosto de 1939.
En esos días. Alemania se esforzaba en lograr la anuencia de Polonia para construir un
ferrocarril y una carretera que unieran a Berlín con su provincia de Prusia Oriental. Era
este el último obstáculo que se i nterponía para la proyectada ofensiva contra el
bolchevismo. Después del conflicto germano polaco figuraba ya la lucha armada con la
URSS.
El movimiento político judío decidió asirse firmemente del último obstáculo y
convertirlo en un "casus belli" para desencadenar la guerra entre Alemania y los países
occidentales. La comunidad israelita radicada en Polonia jugó en esa maniobra un papel
decisivo. Su influencia había quedado asegurada en el artículo noveno de la Conferencia de
Versalles de 1919, mediante el apoyo de estadistas judíos con influencia en Estados Unidos,
el Imperio Británico y Francia. En ese artículo se especificó que de todas las
prerrogativas concedidas a la Comunidad Judía se hacía "no una cuestión de libre albedrío
de Polonia", sino "una exigencia de la Sociedad de las Naciones".
Mediante propaganda, agitación e influencias secretas, la opinión pública polaca fue
desorientada y se la alentó al desorden como la forma más segura de evitar todo arreglo
pacífico entre Polonia y Alemania. El 3 de mayo hubo un desfile polaco durante el cual las
"porras" gritaban: "¡A Dantzig, a Berlín...!" Se hizo correr la versión de que las tropas
alemanas estaban hambrientas y no resistirían.
La población alemana anexada a Polonia en 1919, sufrió sangrienta hostilidad en 1939.
Ya para el 21 de agosto de ese año el número de fugitivos que cruzaron la frontera
germanopolaca, ascendía a 70,000. Según posteriormente pudo establecerse, 12,857
cadáveres de alemanes fueron identificados como victimados por la persecución, en tanto
que 45,000 alemanes más desaparecieron. Representantes de agencias informativas
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Los Horrores Polacos. Ministerio de Relaciones Exteriores del Reich.
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