DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 588

Salvador Borrego Otra espía israelita, Judith Coplón, empleada del Departamento de Justicia, fue denunciada por el FBI. Durante las diligencias se puso en claro que en 1947 —cuando no quedaba ya ninguna duda de la amenaza bolchevique— las altas esferas procomunistas de la Casa Blanca enviaron equipo atómico a la URSS. Un cargamento de este tipo fue conducido a Moscú en agosto de 1947 a bordo del "Mikhail Kutuzov". Según el senador Joseph R. MacCarthy, la persecución de los espías atómicos fue má s activa en Canadá que en los Estados Unidos, y hubo muchos indicios de que el extinto Primer Ministro canadiense Mackenzie King entregó al Presidente Truman una lista de todos los personajes inmiscuidos en tales actividades, pero esta lista "no llegó hasta los funcionarios que normalmente hubieran investigado el asunto". El hecho es que cuando en Estados Unidos se iniciaron las investigaciones ya habían logrado huir muchos de los principales inmis- cuidos, tales como Anatolio Yakolev. Junto a los cabecillas hebreos de esas conspiraciones contra Occidente, un enjambre de traidores, gente culta pero ciega en asuntos políticos, aportó también su cooperación. Entre ellos figuraron Joseph W. Weimberg, catedrático de la Universidad de Minnesota; Franklin Renno, científico del campo nuclear del ejército norteamericano; Donald McLean, Secretario del Comité Mixto encargado de los asuntos atómicos ante la Gran Bretaña, los Estados Unidos y el Canadá; Guy Burgess, hombre de confianza del Ministerio Británico de Negocios Extranjeros, y otros muchos de menor importancia. Los dos últimos huyeron de Inglaterra a Rusia y se llevaron informes secretos sobre actividades atómicas de la Gran Bretaña y Canadá. Dos años después la señora Melinda MacLean, esposa de Donald MacLean, desapareció junto con sus dos hijos. El servicio británico de inteligencia le perdió la pista en Austria, cerca de un "canal secreto" que conduce más allá de la Cortina de Hierro. Y gracias a que a Rusia se le permitió que se apoderara de equipo y técnicos alemanes, y gracias a que numerosos israelitas en los centros atómicos norteamericanos y británicos fungieron como espías, y gracias a que otros funcionarios brindaron secretos a los soviéticos y les concedieron tiempo para realizar sus propias investigaciones, la URSS pudo anunciar triunfalmente el 25 de septiembre de 1949 que ya tenía la bomba nuclear. El diputado Velde, ex agente de la Oficina Federal de Investigación, y en 1949 miembro de la Comisión de la Cámara que investigaba los actos antinorteamericanos, hizo una dramática exhortación el 25 de septiembre de ese año a fin de que se revisara todo el sistema nacional de seguridad: Los rojos dispusieron indudablemente de tres a cinco años para fabricar la bomba atómica, sólo porque el Gobierno norteamericano, de la Casa Blanca para abajo, asumió durante los últimos 15 años la actitud oficial de tolerar comple- tamente, y a veces hasta de fomentar, las opiniones de los comunistas y simpatizadores de éstos. A consecuencia de ello existe una red de espías en el Gobierno Federal. .. "En estos momentos —dijo— se sigue dando a Rusia una cantidad sorprendente de informes que podrían ser de alto valor militar en un ataque contra los Estados Unidos... 588