De tránsito 1. Apr. 2014 | Page 18

—¿Seguro no tienes nada que ver con Laura? —Mhjú. —¿Y con Marisa? Había guardado mi mejor vestido para usarlo la noche del estreno de la obra. Estaba de tan buen humor, que incluso compré unos pollos rostizados para Paco y los muchachos, que habían estado ensayando todo el día. Así, María no tendría que cocinar y podríamos arreglarnos juntas para salir. A Rafael no lo había visto desde temprano. Dijo que nos encontraríamos en el teatro. Dejaría un boleto a mi nombre. Yo pensé que sólo iríamos sus papás, Marisa y yo, pero a la hora de la hora Paco, sus amigos y su novia, la que nunca hablaba, también se apuntaron, y Marisa llegó con el gorilón de la marcha, que se llamaba Jesús y era de Sinaloa. Si fue cierto eso de que le pegaron, yo creo que fue él, porque así son los norteños -dicenpero no le pregunté nada porque se veía muy contenta. Como éramos tantos, no alcanzaron las cortesías. “Es que ya sabes, la directora es judía”, se disculpó luego Rafael. A mí me dio gusto que los únicos que no pudieron entrar fueron el Goodyear y Mónica, su novia, porque ella nunca me devolvió mi suéter rojo. Jueves 12:55 am —Vente a bailar, Yaqui. Ahora sí hay que disfrutar la música. —No, gracias, Juan Carlos. 18