De tránsito 1. Apr. 2014 | Page 17

—Yo no digo Marisa, digo Laura, estúpido. —No, no, no. —Pero te gusta. —No. —¿Cuántas veces lo hiciste? —Yo mejor me voy. Nos vemos en el ensayo. —No te vayas y dime qué oíste ayer. —¿Cuántas veces? Esa misma tarde lo hicimos cuatro seguidas. Pusimos la mesa del comedor atravesada en la puerta, para que nadie pudiera entrar, y Rafael me dejó poner al Che de cara a la pared. Le dije que era porque no quería que me viera llorando, pero la verdad era que ya no soportaba que siempre hubiera un par de ojos, aunque fueran de papel, viendo cómo Rafael y yo nos deshacíamos en sudor sobre el sofá destartalado. Después, no fui a dar mis clases de alfabetización. Preferí acompañar a Rafael a su ensayo. Cuando salimos del departamento, Paco y su banda estaban sentados en las escaleras, esperando a que abriéramos la puerta y los dejáramos pasar. Iban a tocar en una fiesta, y a partir de esa tarde necesitaban ensayar a diario. Jueves 5:05 am —Rafa. —Mhh. —Despierta. —¿Qué? 17