del grupo, que habían decidido integrar a dos vocalistas y
otro guitarrista que hiciera duetos con el Goodyear -que,
por cierto, nunca supe cómo se llamaba en realidad-, y Juan
Carlos y el Chubby, los compañeros de Rafael de la obra
de teatro, que estaban cada vez más nerviosos porque el
estreno de la obra se acercaba, mi paciencia estaba muchas
veces a punto de agotarse, pero me contuve siempre. Dar
clases me ponía de buen humor, y las primeras marchas
fueron toda una aventura. Eramos una verdadera familia,
todos juntos: María, Joel, Paco y su noviecita, Marisa y
un gorilón horrendo al que sólo volvimos a ver el día del
estreno de la obra, Rafa y yo, protestando para mejorar las
condiciones de trabajo de unos obreros. Ni siquiera me
quejé de las ampollas que me salieron en los pies, porque
estuve bien contenta.
Martes
4:00 am
—¿Quién es?
—Nosotros, Rafa.
—¿Qué quieren?
—Nomás tantita móis, no seas malito.
—No mames, Chobi, son las cuatro de la mañana.
—Es que con eso del ensayo de mañana, no puedo
dormir.
—Rafael, díle que vuelva luego, ¿no?
—Tigre, no me digas que estabas ocupado. Y uno
perdiendo el tiempo tratando de dormir.
—Cierra la puerta y no le des nada. No son horas.
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