Culdbura18 invierno 2022 | Page 98

baceteña ― te rebano los ojos … ¡ y las tetas ! ― y reía su propio ingenio .
―¡ Grosero , que eres un grosero ! ― exclamó indignada ―. ¡ Yo viví la época de la guerra , que lo sepas ! ¿ Crees que no vi suficientes atrocidades como para que me quieras asustar ?
―¡ Y con esta nunca fallo ! ― y le mostraba la cizalla abriendo y cerrándola buscando un ruido estremecedor ―. Y de paso , cuando la poli la encuentre desangrada y sin dedos pensarán que ha sido un asunto pendiente entre bandas , jajaja .
― Vale . Me has convencido , bonito ― contestó resolutiva e imperativa ―. Déjame un minuto para pensar y decidir ― pero viendo a Zulima con algo en la mano que no lograba reconocer siguió hablando ―. Okey donkey ― le gustaba dicha expresión , de las pocas cosas que sabía en inglés ―. Guarda la cuerda y toma mi cuerpo ― y alargó la mano como si fuera a bailar .
El cartero no salía de su asombro del comportamiento y de las palabras de la anciana . No logró llegar donde ella , airado como estaba de que ella se estuviese riendo de él , pues apenas avanzó dos pasos , cizalla abierta y en mano , algo golpeó su cabeza y le hizo caer redondo .
―¡ Toma , hijoputa ! ― gritó Zuli y lo miró abatido en el suelo .
―¡ Zulima , ese vocabulario ! ― le reprendió doña Eloísa .
― Lo siento , doña Eloísa , pero era un taco que siempre he querido decir y nunca había tenido ocasión hasta este momento .
Respira hondo tres veces , mira al hombre del suelo que se está desangrando encima de la alfombra persa y entonces recapacita :
―¡ Dios mío , he matado a un ser humano ! ― apenas se le oye , asustada y a punto de llorar .
―¡ Zuli , deja de decir tonterías , no exageres ! ¡ Si acaso , has matado a ese hijoputa , tú misma lo dijiste ! Además , aún no sabemos si está muerto . Tócale la vena .
Al tocarle se manchó los dedos y quedó , si cabe , más angustiada . Aún mantenía el arma homicida en la otra mano …
― Y ahora , ¿ qué hago , doña Eloísa ? Mis huellas están aquí ― señaló el arma accidental ―, no tengo papeles …
― A ver , hija , dame a Beethoven ― y doña Eloísa se lo arrebató y lo manoseó todo ―. ¿ Lo ves ? Ya está . Ahora la asesina soy yo . Ya solo están mis huellas . Venga , envuelve a este tonto en la misma alfombra persa que compré en Turquía en los años 80 , que me costó un riñón , y déjate de lloriqueos . A ver , déjame pensar cómo solucionar este problemilla …
Apenas lo dejó enrollado en la alfombra ― algo de sangre había traspasado la lana y quedado en la madera de roble del suelo ―, fue al baño a lavarse las manos y la conciencia . La conciencia , pues Zulima se creía perseguida por el destino : niña , viendo a un hombre maltratar a su mujer le deseó la muerte . Inexplicablemente , aquel día cayó por un precipicio y murió . Fue noticia local . Pero es que , adolescente , deseó la muerte de otra chica que , envidiosa , la intimidaba en el colegio en cuanto podía . Milagrosamente , al poco tiempo de su deseo un coche la atropelló . También salió en la prensa . Y lo del policía que exigía una cuota mensual a los vecinos del barrio para su protección , fue la gota que colmó el vaso . Fue entonces cuando decidió cruzar el Estrecho .
¿ Sería bruja ? ¿ Estaría maldita ? ¿ Le habría echado alguien el mal de ojo desde la tierna infancia ? En realidad no es que hubiera deseado la muerte a nadie ; simple ― mente sus labios , apretados y con rabia , a veces hasta hacerse sangre , vomitaban “¡ Ojalá te mueras !” Y eso ocurría .
Pero ahora , después de más de 20 años de inacción letal , no le había deseado la muerte al desgraciado cartero , que no era cartero . Tan solo había actuado como en las películas …
Cerró la puerta del baño . Caía el agua por sus manos , pero ella se encontraba ab-

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