Siempre hay un tonto en todas las profesiones ― cuchicheó de forma ininteligible .
―¡ Ande , pase ! ― le dijo estando él ya dentro ―. ¡ Y a ver si modernizan el sistema de trabajo de correos ! ― giró las ruedas ―. Y cierre .
El supuesto cartero sonrió para sí mismo . Dio media vuelta . Cerró la puerta de golpe ―“¡ Raro !”, pensó doña Eloísa al oír el golpe ― y antes de que la anciana buscase el bolígrafo de marras el cartero sacó una cuerda del bolsillo , rodeó el cuello de la mujer y con la feliz sonrisa de malo de película le susurró al oído :
― Vieja , sé que escondes las joyas en la caja fuerte . Me las vas a dar , y rápido , si no quieres que deje un tatuaje de cuerdas en tu precioso gaznate .
Doña Eloísa , sin inmutarse , levantó la mano para pedir la palabra , y aflojase un poco , claro . El cartero , aún atento para que no gritase , aflojó y la dejó hablar .
―¡ A ver , jovencito ― este pasaba los cuarenta ―, que no estoy para bromas hoy , que tengo mucho que hacer ! ¿ Por qué crees que te las voy a dar ? ― imperturbable , lo miraba a los ojos .
―¿ Porque a las viejas no les gusta morir ? ¡ Jajaja ! ― y recordaba su último y exitoso atraco , aunque aquella vieja no era tan divertida como esta .
― Tengo casi los 100 años , artrosis , cáncer y dos o tres averías más . ¿ Crees que así me vas a asustar ? ¡ A ver cómo me vas a convencer ! ― porfiaba .
―¡ Porque te haré sufrir , vieja chocha ! ― y comenzó a elevar la voz , a cambiar el gesto disfrutando de antemano de aquella visión que recordaba cuando niño mataba conejos , gallinas , o pajaritos retorciendo sus cuellos .
― Mira , bonito de feria ― seguía mirándole a los ojos , imponiendo criterio ―, ¿ cuánto tiempo crees que duraría yo en tus manos ? Tendrías que ser muy de ― li ― ca ― do para que durase , pongamos cinco minutos como mucho y , claro ― eso sería un agujero negro en su cerebro , pensó ― siendo delicado no podrías casi ni tocarme … En estos momentos , ante la muerte soy mantequilla pura , si no pasada de fecha .
―¡ Aaah !, ¡ Deja de hablar , vieja ! Lo haré como me dé la gana y a mi manera . En esta bolsa de cuero …
―¡ Ya decía yo que eras un falso cartero ! ¿ Tú no sabes que las bolsas de cuero han quedado desfasadas y ahora se llevan los carritos esos para la compra ? Anda , que lo de firmar el papel … ¿ pero en qué siglo vives , tonto más que tonto ?
―¡ Pues usted , lista , bien que picó ! ― y doña Eloísa entendió que ese tratamiento de cortesía mejoraba sus posibilidades e intenciones .
―¡ No te las voy a dar , cretino ! ― gruñó , teatralizando el acto con movimiento de ojos , mano , dedo y cabeza .
Mientras hablaban doña Eloísa se había dado otra vez la vuelta y avanzado unos dos metros , con la soga suelta al cuello . Zuli , que había escuchado casi la mitad de la conversación , en vez de salir por la puerta del salón , salió por el pasillo lateral quedando detrás del cartero . En aquel momento vio cómo del bolso grande de cuero el cartero sacaba una llave de perro grande , una albaceteña y unas tijeras de podar árboles , y que no se decidía por una de las tres .
―¡ A ver , a ver con cuál vamos a disfrutar más ! ― rezongaba el falso cartero .
Zuli no se lo pensó una sola vez . Lo había visto numerosas veces en las películas : un reloj de madera , un pequeño busto de mármol y un buen porrazo serían suficientes para dejar fuera de juego a un agresor y controlar la situación . Luego , llamaría a la poli …
― Con esta ― mostrando la llave de perro ― te puedo aplastar esos sesos arrugados que te quedan ― reía ― y con esta otra ― la al-
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