la cena fue alegre y rumorosa , a pesar del gesto de una mesonera cuya faz huraña capitaneaba una cuadrilla de camareras extraordinariamente rápidas .
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Una vez abandonada la villa , al llegar a San Pedro de Arlanza advertimos que esa noche los grillos habían desatado un concierto de especial intensidad sonora . Brillaban las estrellas . Todavía la tierra conservaba restos de humedad . Una luna pletórica apareció de pronto iluminando las líneas monacales . Temblaba la historia y la emoción estética , ambas envueltas en una tenue claridad de estaño .