Que nada turbe vuestro entendimiento si de honrar vuestro honor aquí se trata , no será bellaco quien hiere o mata , por dar a algún bribón buen escarmiento .
Obligado con vos señor me siento salvado en esta torre que delata tu noble casta añeja , y esta me ata por siempre con mi reconocimiento .
Menguado queda mi merecimiento más no mengua por ello mi hidalguía que decide por mí . Es mi porfía
que así por tierra da mi entendimiento . Confiado estéis os ruego , en esta hombría , la que en deuda os queda todavía .
Un oportuno y sonoro trueno amortiguó la voz del hombre al concluir el estrambote , el que Gabriel aprovechó , para mezclando temor con confusión , decir con palabras trémulas :
― Señor si nada os queda ya por comer , beber , decir o improvisar , habéis oído que tronando tremendo está y si no continuáis vuestro camino , os quedaréis atrapado sin remedio en el lodazal . ¡ Apurad entonces vuestra partida para permanecer a seguro ...!
El hombre hizo un silencio como meditando su determinación y esos segundos resultaron eternos para Bonifaz y cuando habló finalmente dijo :
― Que de esa manera sea entonces ¡ Voto a bríos ! ¡ Que allá mis huesos vayan , que no habrá lodo que impida mi camino ! Pero ... mal podría marcharme ― Gabriel Bonifaz regresó a su temblor ―, sin confesaros que hay una voluntad superior a la que se encuentra atada mi alma y es la razón de mi existencia .
Hizo aquí una pausa , y preguntó casi ordenando :
―¿ Desea vuestra merced conocer como se llama esa voluntad , que tiene formas de mujer aunque de un ángel se trate ?
Gabriel Bonifaz , decidido a salvar el pellejo a cualquier precio , se precipitó a responder : ―¡ Sí , os lo ruego caballero ! ¡ Os lo ruego ! ¡ Decídmelo por el amor de Dios !
El hombre entonces , tal el sacerdote eleva el cáliz , levantó lentamente la tizona hasta que la cruz del pomo le rozó la nariz , y musitó como en un rezo laico y solemne :
― Se llama Dulcinea ― y completó con voz quebrada ―: la señora Dulcinea del Toboso … En https :// youtu . be / xAkoAmiSDVA se puede escuchar su cuento " Carta para Lope ".
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Luis C . Montenegro