cuerdo que aún no he conseguido los papeles . ―¡ De esta no salgo de la cárcel de Basauri ni a los 80 ni cuando llegue el cambio climático ! ― seguía mascullando para sí .
―¡ Ay , hija , no me agobies ! ¡ Déjame pensar , que hoy ando espesa !
― Pero doña Eloísa , ¡ si cada vez que le dejo pensar me añade un muerto ! ― se quejaba .
―¿ Tú no eres de las que dicen que Allah es grande ? ¡ Pues a ver si te inspira para poder salir airosa de esta !
―¿ Y usted no es de las que cree en los milagros ? ¡ Pues pídale alguno a ese San Cucufato ! Que para lo que quiere bien que le reza San Cucufato , San Cucufato , los cojones te ato …
―¡ Vale , vale , vamos a dejar las cosas de religión aparte , no sea que venga Dios y nos fulmine a las dos por inútiles . Ale , envuélvelos a todos y vete de una vez a esa cita importante que tenías , que ya llevas media hora de retraso y te va a dar plantón el novio …
― Voy a darme un poco de prisa aunque me quede la sábana un poco arrugada , no sea que mi novio se aburra de esperarme y venga a buscarme .
En ese mismo instante sonó el timbre . Ding ― dong . Ambas pensaron lo mismo : ¡ El novio !
Zulima vio una vez más su vida destrozada . La verdad es que para ser una buena persona ―¡ una muy buena persona !― había tenido muy mala suerte con los hombres : su primer novio fue injustamente culpado y encarcelado por 5 años que luego acabaron siendo más de 7 ― se enteraría más tarde y por accidente en la frutería ―. El segundo era camionero y un día el ferri que trasladaba su camión a la península se hundió y nadie supo jamás nada de él , ni del camión , ni del camionero . El tercero ― ella ya tenía 25 años ― era un dandy . Ella sabía lo que había . ¡ Pero era tan guapo ! No tardó tres meses en descubrir a un empedernido mujeriego . Entonces se dio cuenta de que alguien le había echado el mal de ojo . Aunque ya en Granada , antes de subir al norte , una gitana le había leído la mano :
―¡ Shiquilla ! ¡ Qué mala suerte has tenido con los hombres ! Y eso no es lo peor : te han fallado los cuatro primeros y aún te quedan dos más por coleccionar . También veo sangre . Mucha sangre . Pero también veo alegría , mucha alegría . Tu novio número siete te escribirá una historia que será todo un best ― seller . Pero no lo firmará él , sino que llevará tu firma . Te pondrá un piso en la Gran Vía y … y ya no se ve más .
―¡ Ya va , ya va ! ― gritaba Zulima mientras con el último cadáver intentaba cubrir el anterior ―. Ya voy , cari , un minuto …
―¡ Cari , cari ! ― reía burlona doña Eloísa ―. ¡ No pronuncies esa palabra , Zuli ! O cariño , o nada . Déjate de diminutivos ruinosos . ¡ Cari ― cari !
Zulima se miró en el espejo de la entrada . La llegada del novio dio color a sus mejillas , brillo a los ojos , sonrisa a la boca . Humedeció los labios . Se veía magnífica con aquel vestido . Doña Eloísa le había ayudado a comprarlo . Fueron las dos a Loewe . Ella no quería entrar .
― Pruébatelo aunque no lo compres , y mírate un día con un vestido espectacular .
Ella solo pagó 80 euros . Doña Eloísa
857 .
Hoy lo estrenaba , casualmente hoy . Sabía que el novio iba a pedirle la mano , bueno , a prometerse y todo eso ― ninguno de los dos era tan moderno como para despreciar un rito tan romántico . Tenían mesa reservada .
A pesar de que aún veía algo de sangre en una sandalia ―¡ y no digamos en una de las manos !― fue a abrir .
Pasar del cielo al infierno , cambiar la felicidad por la contrariedad más absoluta , con-
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