Literatura francesa en Parábola
La doble cara ― vanguardista y tradicional ― que ofrecen las publicaciones de Ontañón son especialmente llamativas en sus contribuciones a la revista Estampa que pueden convivir en una misma página ( p . 7 ) o diferenciarse en el grabado “ El Cabaret ” ( charleston y París al fondo ) y las fotografías dedicadas a “ El hombre que ha escrito los romances para todos los ciegos de España ” 13 .
Ahora bien , más allá de los toques costumbristas o de las referencias pictóricas ( Santiago Ontañón , Jaime Prada y Maruja Mallo por modo fundamental ) y los guiños a las experiencias musicales , la proyección de la literatura francesa en Parábola es la presencia que más se hace notar por las citas o referencias a sus autores clásicos y a los modernos solemnizados , claro está , por las vanguardias . Entre los autores clásicos no podía faltar Pascal , del que Alfonso de Biedma en la primera página del número 1 escribe : “ Con el ánimo de los veinte años , lleno de firmes esperanzas , leímos este pensamiento de Blas Pascal : “ El vulgo no ve la diferencia entre los hombres . Y a medida que se tiene un ingenio más fino se les encuentra en mayor número diversos y originales ” 14 .
Guiños a la trayectoria creativa de los textos clásicos se pueden leer en algunas líneas como en este comentario a las glosas de la Celestina que efectuaba Teófilo Ortega en su libro La voz del paisaje : “ Cercano el siglo de su existencia incluso hubo de influir ( a través de Le Jars , de Hardy y de otros ) en el teatro francés ” ( p . 232 ). Ahora bien , el clásico francés autor de teatro que está más representado en las revistas de Ontañón es Molière , gracias a la evocación de uno de sus personajes , el Tartuffe , al que Benjamín Jarnés dedica una columna en la primera página de Ciprés ( 21 / 03 / 1935 ) para trasladar las virtudes tartufescas a la vida pública española del año 35 : “ Vividor e inmortal , ducho en las artes del silencio . Hombre que sabe oscurecerse a tiempo ― como alguna vez aconseja Federico Nietzsche ―. ¿ Acaso hoy es tiempo de verle asomar la testa ?”.
A pesar del distanciamiento de los vanguardistas con la literatura del siglo XIX no falta en Parábola una referencia a los folletines que publicaba La Voz de Castilla y que , para el Cronista de Ciprés , “ no de Xavier de Montepín ni de Ortega y Frías , como es costumbre , sino nuestros ”. Y , por supuesto , la evocación de un texto baudeleriano ― su carta a Marie Daubrun de 1848 ― en una nota editorial del número de diciembre de 1927 que agradece las felicitaciones de muchos periódicos de “ desconocidos amigos que nos han mandado su felicitación espontánea , como escribiendo la carta de la romántica de Baudelaire ” ( p . 148 ).
La modernidad radical surge en varias ocasiones de distintas plumas , recorriendo un camino que va desde el impresionismo hasta los combativos vanguardistas de la tercera década del siglo XX . Marcel Proust es objeto de una estimación positiva en la reseña que Vela de la Huerta dedica al libro poético del palentino Teófilo Ortega La Voz del Paisaje : “ Una buena afición a escudriñar las buenas lecturas clásicas espolea a Teófilo Ortega (…). Espíritu moderno que saborea a Proust , gusta de rezagarse de vez en vez , para comentar a Fernando Rojas o al hijo del gran maestre de Santiago ” ( p . 235 ).
¡ Y los poetas de la vanguardia ! Desde el impresionista decimonónico Albert Samain hasta los más coetáneos , por ejemplo , en la reseña al libro de los “ poemas biselados ” que Maldonado Bomatí había reunido en su libro Surcos ( 1928 ): “ El libro ( y , aquí , su máxima virtud ) quiere estar noblemente situado en un auténtico hoy . Bien . Mas ayer tira con fuertes dados . Esas lágrimas simbolistas , a lo Samain , le dan un tono ― elegantemente desvaído ― de ingenuidad tierna ” ( p . 204 ). Y el homenaje a dos artistas imprescindibles para los aires renovadores : Apollinaire y Erik Satie .
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