Casi un siglo más tarde Mahler con una orquesta que se había hecho colosal reunión de músicos y coros compone esta tercera sinfonía , que exige tanta plantilla que solo se programa en contadas ocasiones , pero en este tercer movimiento en el que está el texto de Nietzsche todo se hace más recogido , casi parece música de cámara en la que la contralto solista puede decir las palabras de Zaratustra que de contento hablan con una suave envoltura de la orquesta . Ahora bien , incluso sin tener el más mínimo conocimiento de los códigos musicales , este pasaje no es precisamente alegre , sino reflexivo , contenido , aquietado . Habla del placer , pero no lo expresa . Se queda en el terreno de lo contemplativo , de lo que se abisma . No está aquí la alegría jubilosa de la novena de Beethoven .
La alegría , la gozosa algarabía , la mirada de los niños está en el siguiente movimiento , en el ritmo alegre de una canción que suena en voces infantiles . Sí , la alegría ya no es cosa de músicos y poetas , tampoco de reflexivos pensadores , sino de candorosos niños . Y su letra , ¿ de dónde sale ? Del lugar adecuado , de la literatura popular , de esa colección de literatura popular germánica que es El cuerno maravilloso del muchacho ( Des Knaben Wunderhorn ). Para recuperar la religiosidad hay que volver a lo popular , a la inocencia del niño . Porque , a decir verdad , nunca se siente a Dios tan cerca como cuando niños . Pero , para explicarlo , aunque solo sea un poco , tenemos que volver la vista atrás , al maestro de los maestros , a Juan Sebastian Bach . Y a su oceánica Pasión según San Mateo .
Esa obra llena de momentos magníficos traza , entre música y también palabra , la pasión . Es decir , la parte del evangelio más dramática . Comienza la obra con el anuncio de la pasión de Jesucristo y termina con su irremediable consumación , pero nada se dice de su resurrección , de su vuelta triunfal . Solo la pasión , su muerte horrorosa entre la incomprensión de la mayoría y el silencio de sus partidarios . Con ese paisaje de fondo , nos encontramos en su mitad con San Pedro que presume de que será fiel a su maestro , y Jesús le dice : “ Antes de que cante el gallo me negarás tres veces ”. Asistimos al cumplimiento de la profecía de la mano de la música de Bach y también , en uno de sus momentos más sublimes , a su arrepentimiento . San Pedro , vestido de contralto , en diálogo con el violín solista y con el suave vestido de la cuerda y el bajo nos muestra su dolor y su súplica :
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Erbarme dich , mein Gott , Um meiner Zähren willen ; Schaue hier , Herz und Auge Weint vor dir bitterlich . Erbarme dich !
Ten piedad de mí , Dios mío . Mis lágrimas lo dicen . Mírame , mi corazón y mis ojos lloran por ti amargamente . ¡ Ten piedad de mí !
San Pedro dice “ Ten piedad de mí ”. Pero no se atreve a pedir perdón a Jesucristo porque él sabe que eso es imposible , no porque Dios no sea misericordioso , sino porque hay algo irrevocable en lo que ha hecho . El tiempo de rectificar ha pasado .