Polillas en casa del coplero . Nada de particular . Siempre había habido casas con polillas y polillas en muchas casas . Más chocante resultaba lo que había acontecido durante la semana del 17 al 21 de mayo del año en curso en el palacio de justicia de Burgos . Un nutrido número de hormigas togadas pululaban en regueros hacia las salas de vista o de vuelta de ellas . Era un no parar , un trajín sin tregua . Se presentaban al tribunal , hacían un brevísimo alegato y el presidente , tras una simple mirada a los dos magistrados que lo flanqueaban , dictaba sentencia in voce . Es de suponer que ese fuera el desarrollo de los juicios . Al ritmo de una cadena de montaje . Todo habría ido bien hasta que la cirujana de la limpieza , con su pijama verde quirófano , reparó en la bullente comitiva . ¡ Alto ahí ! Y la emprendió a restregones de mopa con los negros regueros de togadas , sin que la intervención de dos funcionarios de auxilio judicial , invocando el carácter sagrado de las togas para que la cirujana parase , sirviera para otra cosa que para que ambos sufrieran a su vez más de un restregón . Se impuso la paz , solo por ese día , cuando las togadas dejaron de bullir . Al día siguiente , se repitió el espectáculo . Y al siguiente . Y al otro . Sin embargo , al cuarto día , la rubia cirujana de la limpieza , asesorada por algún sádico , roció pasillos y salas de vista con algún producto que surtió el efecto deseado : la desaparición de las hormigas togadas . El día 21 de mayo , sin embargo , se suspendieron todos los juicios señalados al tenerse que desalojar las salas de vista por motivo de que la concurrencia en pleno no paraba de estornudar , sin tregua y tan fuerte que alguno de los de mayor capacidad pulmonar a pique estuvo de volverse del revés . Se especuló de que el agente causante podría haber sido el gas pimienta . La cirujana de la limpieza juraba y perjuraba , sin embargo , que ella había utilizado un insecticida que no era Fogo , pero que era algo parecido al Fogo .
― Si no me equivoco , me estoy refiriendo al coplero , también tenía un conflicto con el vecino de arriba , que le había mojado los techos de baño y cocina al menos en tres ocasiones , llamándose andanas .
“ Homo homini lupus ”. Qué razón llevaba Hobbes . El vecino de arriba se había convertido en una auténtica desgracia para el coplero , que tenía su vivienda justo debajo de la de aquel . Así se quejaba el hombre :
Tiene el casero de arriba alquilada su vivienda a dos mujeres que callan cuando se pregunta por ellas .
De quién se esconden , lo ignoro ; de qué viven , no lo sé . A la una se la ve poco ; la otra no se deja ver .
La una ― refiere ― se ducha a diario ; pero la otra , como mucho , cada quince días , que es cuando se mojan
el aseo y la cocina de mi casa . ¿ Por qué la una , venga a ducharse , no mancha , y la otra , que apenas se ducha ,
lo inunda todo ? ¿ Será porque aquella no gasta agua apenas , y esta la derrocha , siendo que apenas se lava ?
Como eso no puede ser , arguye el dueño de arriba ―¿ será que meo muy alto ?―, él no asume la avería .
¡ Si adquirir pudiera el piso que encima del suyo se alza , iba a saber el zopenco cuándo se ducha una guarra !
De todos modos , mayo estaba finalizando y , si el propietario del piso de arriba negaba los daños causados en el subyacente , el seguro de hogar del damnificado , que había sido instado por su cliente a presentar la correspondiente reclamación judicial , aún no había remitido al futuro demando el segundo aviso ( al decir de la compañía , eran tres los preceptivos sin contestación para poder iniciar un procedimiento con garantías de éxito ). Seis meses después de la primera fuga , los techos
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