Cuidado Animales v20n3a16 | Page 5

Rev Col Cienc Pec 2007; 20:377-386 enfermedades alérgicas como el asma (14, 19), la atopía (19) y la rinitis alérgica (14). Los autores Meer et al (19) y Hesselmar et al (14) concluyeron que tener un perro o gato como mascota durante los primeros años de vida es un factor protector contra las enfermedades alérgicas ya mencionadas (14, 19). Estos autores plantean una hipótesis para tales resultados: la exposición microbiana a temprana edad puede proteger contra enfermedades alérgicas por una posible variación de la respuesta inmune de linfocitos hacia el tipo no alergénico. Una exposición a temprana edad es hasta los 6 años, y la protección adquirida dura a través de toda la adultez, independiente de la presencia de un perro o un gato en esta etapa de vida (19). Sicológico El vínculo entre las personas y los animales ha sido sujeto de numerosos estudios en los cuales se han evaluado los atributos de esta relación sobre la salud mental (13, 18, 28). Las mascotas ayudan a disminuir las alteraciones psicológicas, reducen la sensación de soledad e incrementan el sentimiento de intimidad, conduciendo a la búsqueda de la conservación de la vida en personas enfermas (1, 13). En estados de depresión, estrés, duelo y aislamiento social, las mascotas se convierten en un acompañamiento incondicional, aumentando la autoestima y el sentido de responsabilidad, que necesariamente genera una mejor integración con la sociedad (13, 27). Las mascotas permiten que se desarrolle el sentimiento de apego en los niños (27). En un estudio realizado por Wood et al (27) los autores encontraron que los dueños de mascotas rara vez o nunca se sentían solos, les era fácil entablar nuevas amistades y tenían un mayor número de personas a quien re currir ante una eventualidad o crisis, en comparación con personas sin mascotas (27). Sicosocial Es tanta la influencia que tienen las mascotas en la vida comunitaria, que se han descrito como antídoto para el anonimato humano en los sitios públicos de la actual sociedad, promoviendo así la interacción entre personas desconocidas. Un estudio realizado por Wood et al (27) demostró que los propietarios de animales tienen una mayor facilidad 381 de socialización, de establecer el vínculo de la confianza en las relaciones interpersonales y de tener una mayor participación en eventos comunitarios y apropiación de parques y otras áreas recreativas con su mascota. Los vecinos frecuentemente se solicitan favores que giran entorno a la mascota, creándose un lazo de alta confianza, solidaridad y gratitud entre ellos. Esto hace que se trascienda más allá de la relación propietarios-mascota. El sentido de la reciprocidad es uno de los pilares fundamentales de una comunidad y las mascotas son un catalizador que encaminan a los propietarios y demás integrantes hacia este (27). Las mascotas y las personas inmunocompro- metidas Las mascotas han demostrado tener un efecto psicológico y emocional importante en los pacientes, lo que ha permitido hacer de las enfermedades crónicas algo más llevadero, e incluso, se pueden convertir en facilitadores de la recuperación de algunos casos (1, 13); además, brindan un aliciente a partir del afecto incondicional que profesan, convirtiéndose en sanadores silenciosos. Esta condición plantea un reto de salud, por cuanto está claro que la separación del paciente inmunodeprimido de su mascota es contraproducente por el desequilibrio emocional al que se expondría, pero también es claro que es una fuente cercana de microorganismos que, para las condiciones inmunológicas del paciente, supone un riesgo latente que pondrían en peligro la vida del mismo (1, 26). Algunos de los microorganismos de mayor riesgo para un paciente inmunocomprometido son: Salmonella spp, Campylobacter spp, Giardia spp, Toxoplasma gondii, Cryptosporidium spp, Rhodococcus equi, Bartonella spp, Mycobacterium marinum, Leptospira spp y Bordella bronchiseptica, siendo los tres primeros los más comúnmente trasmitidos (1). Si bien no se puede garantizar que no se transfieran estos agentes desde las mascotas a sus propietarios, si se puede minimizar los riesgos de contagio siguiendo unas normas básicas de convivencia con el animal y de manejo del mismo, y es aquí donde el médico veterinario toma un papel preponderante como asesor en la relación, para