Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 52
Cuando Alex y Néstor me iban a buscar para
emprender nuestro acostumbrado paseo sabatino por
el
Malecón
de
la
Orilla
de
San
Carlos,
encomendaba a todos las santidades
me
con las
siguientes expresiones: “José Gregorio bendito me lo
bendiga y favorezca, San Marcos de León me lo libre
de los malos peligros, la Virgencita de Coromoto me lo
lleve por el buen camino…”. Sí la chupita entraba a la
casa, un familiar nos visitaría; con la caída del cuchillo
se esperaba un caballero, o una dama si era la
cuchara; el tenedor quedaba para las bromas, y sí
coincidía con la entrada de un caballero, surgían los
comentarios. Cuando el canto del Guaco resonaba por
más de tres veces, inmediatamente sentenciaba:
“¡Ave María purísima!, ese pájaro de mal agüero trae
mala seña”; y recordaba con tristeza cómo el pájaro
avisó tres días antes la lamentable pérdida de
Ramoncito, mi hermanito menor. Sentimos el rondar
nocturno de La Llorona y el Ánima Sola por el patio de
la casa con los lastimeros aullidos de los perros;
cuando
percibíamos
su
“¡Ave
María
purísima! entremezclados entre susurros con otros
ruegos, nos enrollábamos con rapidez en la hamaca
aunque el sofoco nos sancochara toda la noche. Nos
comentaba que en esos momentos ni por un pienso
se nos ocurriera mirar por las rendijas de las paredes
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