Cuentos policiales 6to B | Page 5

—Queríamos preguntarle si sabe algo sobre el robo de la bóveda del banco en donde usted estaba—dijo Balendi.

Simón parecía preocupado, y respondió.

—No tengo idea de lo que puede haber hecho el ladrón—dijo.

—Hemos visto que usted tenía en sus bolsillos un montón de monedas de oro el día del robo.

—Es una herencia de mi tía, falleció ayer a la mañana, unas horas antes de que fuese al banco.

—Está bien, gracias por la información, buen día.

El señor Simón se quedó muy enojado, se había dado cuenta de que era uno de los sospechosos.

Después fueron a la casa de Mauricio Secco, en su casa, empezaron a hablar con un hombre muy viejo, con bastón, nariz grande, anteojos y muy pálido. Después de explicarle sobre el robo, ya que él no se había enterado, le preguntaron por qué no había ido al trabajo el día anterior.

—Ya estoy muy viejo para ir desde mi casa hasta un lugar que queda tan lejos, además, como pueden ver, estoy con gripe, creo que me voy a jubilar—dijo.

Le dieron las gracias por la charla y se fueron. Sólo quedaba un sospechoso, Lucio Barnes. Al llegar a su casa se encontraron a un hombre alto, castaño, ojos azules y un elegante traje de gala. Le explicaron la situación y le preguntaron por qué se fue del banco muy rápido después del robo, a lo que respondió.

—Tenía una cita con mi novia, por eso llevo traje, como pueden ver. Le dije a mi jefe que tenía poco tiempo y por eso me fui, si me veían en el banco me harían preguntas y se me haría tarde para preparar mi casa para mi cita—dijo, con fastidio y vergüenza.

Más tarde volvieron al banco con las noticias y se fueron a descansar a la casa de un guardia de seguridad llamado Santiago Roldán, que aceptó que fuesen allá.

A los diez minutos llegó un hombre flaco y fue a hablar con el guardia de seguridad.

Balendi y Yeray pudieron escuchar.

—¡Dos meses me debe de renta!—decía el señor desconocido.

—Acá está la plata, señor—le respondió Santiago.

El hombre salió de la habitación y se fue.

Santiago no mencionó nada. Al salir, Balendi le dijo a Yeray que había visto un coche muy caro afuera de la casa del guardia de seguridad, y le dijo a Santiago si los podía acompañar a ver la escena del crimen una vez más.

Al llegar al banco entraron, Balendi fue a ver las alarmas y vio que dentro de ellas había un cable roto. Parecía que alguien lo había roto y arreglado muchas veces, fue a donde estaban las cámaras de seguridad y vio que tenían un lente de más. Por último, vio que Santiago estaba hablando con un hombre que estaba en un camión, después, como vio que había varios policías, les gritó quién robó la bóveda.

—¡Lo hizo Santiago Roldán, el guardia de seguridad que ven allá!—gritó.

Cuando los policías tenían a los dos ladrones y los empleados y jefes del banco estaban cerca, dijo.

—Santiago robó la bóveda, él sabía dónde estaban todas las cámaras de seguridad, las hackeó y desactivó. Les puso unos lentes que proyectaban la imagen de la bóveda con el oro y la plata y, antes de eso, desactivó las alarmas, me di cuenta porque había un cable cortado y pegado con cinta scotch, él trató de hacer el robo varias veces, por eso estaba en tal mal estado el cable.Desde las 12 hasta las 6 estuvo saqueando la bóveda y llevándosela a su compañero, metiendo todo en su camión,, que está allá, al final, activó las cámaras de seguridad.