Cuentos policiales 6to A | Page 44

LARA BROOK Y EL SECUESTRO DE JACKELINE TUBERPOTT

María Guadalupe Carreira

Estaba leyendo tranquilamente el diario. No esperaba un día muy ajetreado. Iba a salir a almorzar con mi esposo y luego, toda la tarde de compras con mi hermana. Ah, se me olvidó presentarme. Soy la detective Lara Brook y vivo en Brooklyn. Como les estaba diciendo, eran las nueve de la mañana y yo leía el diario, buscando algún caso en el que entrar. Entonces, lo encontré. ¡Mi ayudante, Jackeline Tuberpott, había desaparecido! Inmediatamente fui hacia la escena del crimen. El departamento estaba atestado de policías. Pero lo que más me llamó la atención fue que ya habían capturado a una sospechosa. Era baja, rubia y de ojos verdes como el pasto en verano, se llamaba Sumer Satmanck. Había otra sospechosa pero se había escabullido. Se llamaba Carmen Esterlin. Era morocha, de pelo lacio y ojos azul oscuro. A diferencia de Carmen Esterlin, Sumer Satmanck era soltera. Apenas terminaron de contarme la historia, llamé a mi esposo y a mi hermana para cancelar las actividades. Mi esposo vociferó, diciendo que nunca teníamos tiempo para nada y mi hermana sollozó creyendo que la había remplazado. Pero se los expliqué todo y se calmaron. Luego de eso, le pregunté a una policía si habían encontrado pistas. Me respondió que sí, pero que no habían podido descifrar su significado. Entonces, divisé a la policía Baker examinando unas marcas en la pared y caminé hacia ella. Cuando notó mi presencia me saludó con un pequeño gesto de la cabeza. Yo le devolví el saludo y le pregunté qué pistas había encontrado. Ella asintió con la cabeza y caminó hacia un grupo de policías que estaban apiñados alrededor de un perchero. Colgados del perchero había dos tapados de piel. El primero era verde y el segundo era violeta. La Policía Baker me explicó que gracias a esos tapados habían logrado encontrar dos sospechosas y a una ya la habían capturado. Entonces comencé a caminar nerviosamente alrededor de una pequeña mesa de roble. De repente me percaté de que había un objeto brillante bajo la pequeña mesita. Me agaché para tomarlo y me di cuenta que era un arete de cristal, que parecía muy costoso. Pregunté si había alguna fotografía de Carmen Esterlin.