Jefferson y yo no queríamos que supiese que en realidad no éramos detectives. Pero no podíamos mentír más.
-Es que yo soy su profesor y Bingo es su compañero- dijo Okay.
-¿No eran detectives?- preguntó María muy confundida.
-No, perdónenos.-dije.
-¡Genial! Acabo de descubrir a unos geniales detectives. ¡Se volverán famosos! Ya me imagino los diarios. Son unos detectives secretos con una doble vida. Los felicito.- dijo María muy contenta.
-¿No le enoja que le hayamos mentido?- preguntó Okay.
-Claro que no, eso es lo de menos. No se preocupen.
-¿Podríamos ver su casa?- pregunté.
-Claro- dijo Verto.
Mientras veíamos su casa tomábamos registro de todo. Pero vimos algo muy extraño cuando llegábamos a la cocina. ¡Estaba la ropa del cartero y su bolso!
-¿¡Cómo llegó eso ahí!? ¿Ven? ¡Les dije que había sido el cartero!
Jefferson y yo nos quedamos muy sorprendidos. No teníamos palabras.
-Gracias. Lo razonaremos y mañana nos vemos– dijo Okay.
-Gracias a ustedes. Nos vemos.- dijo María saludándonos.
Cuando llegamos al hotel nos pusimos a almorzar y mientras hablamos del caso.
-Qué difícil caso ¿No? – dijo Jefferson Okay- ¿Usted ya sabe quién fue?