Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
-Yo sé algo más todavía; aun en el caso de que quemen la camisa, no poseerá el rey a su prometida.
Si hay baile en la boda y baila en él la reina, se desmayará de repente y caerá como muerta, y lo
quedará en realidad si no hay alguien que la levante en seguida y le chupe tres gotas de sangre que
le saldrán en el hombro derecho, las que escupirá en seguida. Pero el que lo sepa y lo diga será
convertido en piedra desde la cabeza hasta los pies.
Después de esta conversación echaron a volar las cornejas. El fiel Juan que las había oído, comenzó
desde entonces a ponerse triste y silencioso. Callar era exponer al rey a una desgracia, pero hablar
era buscar su propia perdición. Al fin se dijo:
-Salvaré a mi señor, aunque me cueste la vida.
Al desembarcar sucedió todo lo que había dicho la corneja. Presentaron al rey un magnífico caballo
alazán.
-Voy a montar en él -dijo- para ir a palacio.
E iba a meter el pie en el estribo, cuando, pasando por delante de él el fiel Juan saltó encima, sacó
la pistola de la silla y tendió al caballo muerto.
Los otros criados del rey, que no amaban mucho al fiel Juan, dijeron que era preciso ser loco para
matar un animal tan hermoso y que iba a montar el rey. Pero el rey les dijo:
-Callad, y dejadle obrar; su lealtad es