CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 130

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica Entonces fue el joven a donde estaba la horca, se puso debajo y esperó a que fuera de noche y como tenía frío encendió lumbre; pero a media noche era el aire tan frío que no le servía de nada la lumbre; y como el aire hacía moverse a los cadáveres y chocar entre sí, creyó que teniendo frío, él que estaba al lado del fuego, mucho más debían tener los que estaban más lejos, por lo que procuraban reunirse para calentarse y como era muy compasivo, cogió la escalera, subió y los descolgó uno tras otro hasta que bajó a los siete. En seguida puso más leña en el fuego, sopló y los colocó alrededor para que se pudiesen calentar. Pero como no se movían y la lumbre no hacía ningún efecto en sus cuerpos, les dijo: -Mirad lo que hacéis, porque si no vuelvo a colgaros. Pero los muertos no le oían, callaban y continuaban sin hacer movimiento alguno. Incómodo, les dijo entonces: -Ya que no queréis hacerme caso después que me he propuesto ayudaros, no quiero que os calentéis más. Y los volvió a colgar uno tras otro. Entonces se echó al lado del fuego y se durmió, a la mañana siguiente cuando vino el hombre, quería que le diese los cinco duros; pues le dijo: -¿Ahora ya sabrás lo que es miedo? -No, -respondió-, ¿por qué lo he de saber? Los que están ahí arriba tienen la boca bien cerrada y son tan tontos, que no quieren ni calentarse. Entonces vio el hombre que no estaba el dinero para él y se marchó diciendo: -Con este no me ha ido muy bien. El joven continuó su camino y comenzó otra vez a decir: -¿Quién me enseñará lo que es miedo?, ¿quién me enseñará lo que es miedo? Oyéndolo un carretero que iba tras él, le preguntó: -¿Quién eres? -No lo sé, -le contestó el joven. -¿De dónde eres?, -continuó preguntándole el carretero. -No lo sé. -¿Quién es tu padre? -No puedo decirlo. -¿En qué vas pensando? 130