Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
Pulgarcito
Un pobre labrador estaba sentado una noche en el rincón del hogar; mientras su mujer hilaba a su
lado, él le decía:
-¡Cuánto siento no tener hijos! ¡Qué silencio hay en nuestra casa mientras en las demás todo es
alegría y ruido!
-Sí -respondió su mujer suspirando-, yo quedaría contenta, aunque no tuviésemos más que uno
solo tan grande como el dedo pulgar y le querríamos con todo nuestro corazón.
En este intermedio quedó embarazada la mujer y al cabo de siete meses dio a luz un niño bien
formado con todos sus miembros, pero que no era más alto que el dedo pulgar. Entonces dijo:
-Es tal como le hemos deseado, mas no por eso le queremos menos.
Y sus padres le llamaron Pulgarcito, a causa de su tamaño. Le criaron lo mejor que pudieron, mas
no creció y quedó como había sido desde su nacimiento. Parecía sin embargo, que tenía talento:
sus ojos eran inteligentes y manifestó bien pronto en su pequeña persona astucia y actividad para
llevar a cabo lo que se le ocurría.
Preparábase un día el labrador para ir a cortar madera a un bosque y se decía:
-Cuánto me alegraría tener alguien que llevase el carro.
-Padre -exclamó Pulgarcito-, yo quiero guiarle, yo; no tengáis cuidado, llegará a buen tiempo.
El hombre se echó a reír.
-Tú no puedes hacer eso -le dijo-, eres demasiado pequeño para llevar el caballo de la brida.
-¿Qué importa eso, padre? Si mamá quiere enganchar, me meteré en la oreja del caballo y le
dirigiré donde queráis que vaya.
-Está bien -dijo el padre-, veamos.
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