CUENTOS HERMANOS GRIM cuentos_hermanos_grimm_edincr | Page 119

Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica -¡Ay! ¿Qué haces? -exclamó el diablo encolerizado. -No te muevas -le respondió-, es un sueño que he tenido. -¿Qué has soñado? -le preguntó. -He soñado que en cierto país hay un árbol, que daba antes manzanas de oro y ahora no tiene ni aun hojas; ¿cuál puede ser el motivo? -¡Oh! ¡Si lo supieran! -replicó el diablo-; hay un ratón que seca la raíz; no tienen mas que matarle y el árbol volverá a producir manzanas de oro; pero si continúa royéndola, se secará por completo. Ahora dejadme en paz tú y tus sueños. Si me vuelves a despertar, te daré un bofetón. Pacificole la patrona y volvió a espulgarle hasta que se durmió y comenzó a roncar. Entonces le arrancó el tercer pelo de oro. El diablo se levantó gritando y quería pegarle; pero ella le supo engañar, diciéndole: -¿Quién puede librarse de un mal sueño? -¿Qué has soñado ahora? -le preguntó con curiosidad. -He soñado con un barquero que se queja de estar pasando siempre el río con su barca, sin que le reemplace nunca nadie. -¡Ah!, el tonto -repuso el diablo-, no tiene más que poner el remo en la mano al primero que vaya a pasar el río y quedará libre, viéndose el otro obligado a servir a su vez de barquero. Como la patrona le había arrancado los tres cabellos de oro y había sabido las tres respuestas que quería saber, le dejó en paz y él se durmió hasta la mañana siguiente. Apenas hubo el diablo salido de la casa, cogió la vieja a la hormiga de entre los pliegues de su vestido y volvió al joven su forma humana. -Ahí tienes los tres cabellos -le dijo. -¿Has oído bien las respuestas del diablo a tus tres preguntas? -Muy bien -respondió-, no las olvidaré. -Entonces ya no tienes cuidado -le dijo-, y puedes seguir tu camino. Dio gracias a la vieja por lo bien que le había ayudado y salió del infierno muy contento de haber tenido tan buena fortuna. Cuando llegó donde estaba el barquero, se hizo pasar al otro lado antes de darle la respuesta prometida y entonces le dio el consejo del diablo. -No tienes más que poner el remo en la mano al primero que venga a pasar el río. 119