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Cuentos de los Herm anos Grimm EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL costa rica Al otro lado del agua encontró que la boca del infierno estaba negra, llena de humo. El diablo no se hallaba en su casa, pero encontró a su patrona, que estaba sentada en un sillón grande. -¿Qué quieres? -le preguntó, con un tono bastante dulce. -Necesito tres pelos de oro de la cabeza del diablo, sin lo cual no puedo vivir con mi mujer. -Mucho pedir es eso -le dijo-, y si el diablo te ve cuando entre, pasarás un rato muy malo; sin embargo, tengo interés por ti y voy a procurar ayudarte. Le convirtió en hormiga y le dijo: -Ocúltate en los pliegues de mi vestido; aquí estarás seguro. -Gracias -le contestó-; creo que esto va bien; pero necesito además saber tres cosas: por qué una fuente que manaba siempre vino, no mana ya ni aun agua; por qué un árbol que daba manzanas de oro, no produce ya ni aun hojas, y si cierto barquero debe permanecer siempre en su puesto sin ser relevado nunca. -Esas son tres preguntas muy difíciles, pero no tengas cuidado, pon atención a lo que diga el diablo cuando le arranque los tres pelos de oro. Por la noche volvió el diablo a su casa y apenas había entrado notó un olor extraño. -¿Qué hay aquí de nuevo? -dijo-; huele a carne humana. Registró todos los rincones, sin encontrar nada y la patrona le armó una quimera. -Acabo de barrer y de arreglarlo todo -le dijo-, y vas a desarreglarlo; siempre estás oliendo a carne humana, siéntate y cena. Como estaba cansado, en cuanto cenó, puso la cabeza en la rodilla de la patrona y le dijo que le espulgase un poco, pero no tardó en dormirse y roncar. La vieja cogió un pelo de oro, lo arrancó y lo puso a su lado. -¡Ay! -exclamó el diablo-, ¿qué haces? -He tenido un mal sueño, -dijo la patrona-, y te he agarrado del pelo. -¿Qué has soñado? -la preguntó el diablo. -He soñado que la fuente de un mercado que manaba siempre vino, se ha secado y no da ya ni aun agua; ¿cuál puede ser la causa? -¡Ah! ¡Si lo supieran! -contestó el diablo-; hay un sapo en la fuente, debajo de una piedra, no tienen mas que matarle y volverá a manar vino. La huésped se puso a espulgarle otra vez, se volvió a dormir y comenzó a roncar. Entonces le arrancó el segundo pelo. 118