El noble, terriblemente asustado:
– Ese gallo, ese gallo me suena. Ya voy a buscarle yo una solución.
Nada más llegar en casa le pide a la cocinera mientras el gallo seguía cantando:
Cucurigú, cucurigú,
pero cada vez con más fuerza,
dame mi bolsa, dame mi bolsa, dame mi bolsa.
Llama a la cocinera y le pide:
– Mete a ese gallo en el horno, haz mucha brasa y si puede ser pon una losa también
en la boca del horno.
También la cocinera, de buena fe, cumple lo que le pide el noble y ¡hala! el gallo
para adentro. Otra vez en apuros. Pero se acuerda del agua que llevaba dentro y echó
el agua para apagar la brasa y enfriar el horno. Con todo su poderío de gallo salió,
quitó la losa y sale. Y busca la primera ventana que hay más cerca. Y cantando por
supuesto
Cucurigú, cucurigú,
dame mi bolsa, dame mi bolsa.
Lo que quería era su bolsa, nada más. El noble, pues…
– Vaya líos que me trae ese gallo. ¿Qué podríamos hacer? Le meteré en el pozo
negro donde guardo mis ahorros.
Tenía tantos ahorros que no sabía… entre joyas, monedas, muchas riquezas. No
sabía contar todo lo que tenía.
El gallo, al verse dentro, pues se tragó todas las monedas de allí. Todas las monedas.
El noble pensaba que al tragarse las monedas allí se quedaría, su garganta no
aguantaría. Pero no fue así.
El gallo siguió cantando desde el pozo negro:
Cucurigú, cucurigú, dame mi bolsa
Cantando siempre ¿no? Al sacarlo del pozo lo metió dentro de un rebaño donde
había vacas, bueyes, terneros. Y el gallo se los tragó todos. Él lo que quería era su
bolsa. Y seguía cantando:
Cucurigú, cucurigú,
Al verse el marqués que no podía con el gallo la solución no era otra que devolverle
su bolsa con dos monedas.
Contento el gallo vuelve a la casa de su amo. Pero tan contento y tan hermoso era,
parecía ya un elefante, que todas las gallinas y las aves que encontraba por el camino
le seguían y parecía un cortejo de boda. Alegría, alegría, alegría, alegría.
Al llegar a la puerta del amo, tanto alboroto, el amo pues sale.
– ¿Que hay?, ¿qué hay?, ¿qué ha pasado? Quizás al lado, en casa de la mujer, pasa
algo con la gallina. Habrá puesto tres huevos o cuatro huevos, yo que sé.
De repente ve a su gallo, pero no estaba como antes, tenía algo diferente en la boca.
Solo le pide cantando:
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