LA GRAN CARRERA DE COCHES SALVAJES Pedro Pablo Sacristán
En un lejano país existía una raza de pequeños coches salvajes que circulaban libremente por el campo . No necesitaban carreteras ni gasolina , pues para moverse les bastaban los buenos pensamientos y deseos , una original idea de su excéntrico inventor .
Aquellos coches se hicieron famosísimos , y las carreras de coches salvajes eran el pasatiempo favorito de todos . No había niño que no soñara con pilotar uno , pues su poco peso y su sinceridad les convertía en pilotos ideales . Y como encontrar niños ligeros y de buen corazón que supieran mantener buenos sentimientos durante toda una carrera era difícil , frecuentemente se celebraban pruebas para descubrir nuevos talentos , en las que cada chico tenía una única oportunidad de demostrar su habilidad con los coches salvajes .
Así , la caravana de pruebas llegó a la pequeña ciudad en que vivía Nico , un niño bueno y alegre que , como muchos otros , no durmió esa noche mientras hacía cola esperando su turno para pilotar uno de aquellos coches . Durante la espera , muchos niños ensayaban y practicaban sus buenos deseos y pensamientos pero en cuanto se abrieron las puertas , una gran carrera de codazos y empujones descubrió que no todos eran tan buenos como parecían . Sin embargo , los organizadores ya lo debían tener previsto , y tras unas pocas pruebas tan sencillas como dar las gracias por una chocolatina , ayudar a preparar el material de las carreras o atender respetuosamente a una viejecita un poco pesada , sólo quedó un grupito de niños verdaderamente bondadosos , entre los que se encontraba Nico .
Así , los niños fueron subiendo a los coches por turnos para dar unas vueltas al circuito . A Nico le tocó el último turno , pero no le importó mucho , pues disfrutó de lo lindo viendo de cerca cómo aceleraban los coches salvajes . Cuando le llegó el momento , el corazón le latía a mil por hora . Con la emoción , apenas podía correr , y fue el último en subir a su coche . Tan contento estaba , que tardó un poco en darse cuenta de que aún quedaba un último niño por subir ; uno que caminaba usando muletas y no había podido llegar antes . Y a su lado , escuchó cómo el jefe de las pruebas decía : - Lo siento muchísimo , chico , ya no quedan coches y ésta es la última prueba de hoy . Los coches tienen que descansar ya . Venga , ya tendrás tu oportunidad otro día … Al recordar el brillo emocionado que despedían un rato antes los ojos de aquel niño , y ver ahora su profunda tristeza , Nico respiró hondo , bajó del automóvil y dijo : - No pasa nada . Yo le dejo mi coche .
El motor del coche salvaje rugió como nunca , mientras el niño accidentado subía lleno de alegría . Nico se quedó satisfecho por lo que había hecho , aunque un pelín desilusionado . Pero antes de arrancar , el otro niño descubrió en Nico ese puntito de tristeza y , agradecido , le tendió la mano diciendo .
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