Cuando das ese paso piensas "soy libre", pero en realidad no lo eres, aunque así lo creas, y día a día te vas volviendo más prisionero, vas perdiendo tu medida de las cosas… alejándote de tu libertad. Luego, cuando ya más o menos tienes la cabeza otra vez en su sitio llega el día en que te das cuenta de que acabas de perder lo más bonito y valioso de la vida: la libertad.
No es una buena sensación cuando has hecho el esfuerzo, te lo has ganado y uno mismo lo tira todo a la basura, y nadie más tiene la culpa sino ¡tú! Y, al final soportar tu penitencia.
Soy libre