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En ese tiempo me ponían a recoger leña para cocinar, cuidaba el campamento y me tocó ir a unos enfrentamientos con señores que se vestían parecido a nosotros, llamados tiroteos, donde me tocó ver morir a muchos amiguitos.
Un día los señores que me llevaron para allá empezaron a decir que nos teníamos que mover porque íbamos para unos lugares llamados zonas de concentración, donde nos estaba esperando una gente del gobierno. Estando en la selva no sabía qué pasaba en Urabá y menos en mi país, pero uno de los mayores nos empezó a explicar que los jefes hicieron una tregua con el gobierno para que nosotros saliéramos de la selva y volviéramos a nuestras casas. No le entendí mucho, pero me puse muy feliz porque iba a poder ver a mi mamá y mi hermanita Ana.