Comercio de comida callejera:
De los entrevistados, se encontró que el prome-
dio de tiempo realizando esta actividad era de 13,3
meses. Analizando los resultados por alternativa,
se encuentra que un 70,3% lleva realizando este
trabajo hace menos de 1 año, pero que también
existen comerciantes que llevan más de 10 años
realizando este tipo de comercio.
Dentro de las razones para realizar este tipo de
trabajo, un 59,4% de los entrevistados aludió a
razones económicas. Dentro de los comentarios
emitidos, se encontró que un 31,5% de los par-
ticipantes que trabajaba por razones económicas
lo hacía hace más de un año. Otra de las razones
fue porque no existía otro trabajo, lo que obtuvo
un 25% de los resultados, un 9,4% aludió a otros
comentarios, dentro de los cuales se encontraban
razones de horario, cuidado de niños, para ayudar
a familia, y un 6,3% está motivado por el hecho de
ser su propio jefe.
Qué venden y quiénes compran:
Generalmente los vendedores de comida calle-
jera trabajan en un espacio limitado, el cual pue-
de recorrerse gracias a las ruedas de los carros
de supermercado que son acondicionados para
transportar los alimentos, y que cuentan además
con un gas adosado y bolsas con diferentes salsas;
coolers con alimentos y distintos implementos.
Los comerciantes que venden preparaciones fritas
cumplen con esta descripción, mientras que los
que venden handrolls, postres, o sándwiches sólo
disponen de un cooler o caja de cartón en donde
exhiben sus productos.
Dentro de las preparaciones que se venden, un
37,5% corresponde a una combinación de comi-
da típica del lugar de procedencia como salsas de
ajo, salsas de rocoto y comida chilena asociada
a frituras como sopaipillas, empanadas y anti-
cuchos; otro 37,5% corresponde a sólo comida
típica del país de origen como tequeños, arepas,
shawarma, papas rellenas; un 14,1% sólo comi-
da chilena como sopaipillas, empanadas y anticu-
chos; y un 10, 9% sólo comida rápida como papas
fritas, handrolls, pollo frito, arrollado primavera.
Un 67,1% de las preparaciones comercializadas
son fritas y un 90,6% son saladas. Sólo un 9,4%
corresponde a postres como cremolada, suspiro
limeño, granizados de frutas y jugos.
Se encontró que los comensales corresponden
en un 73,4% a todos, es decir, estudiantes, traba-
jadores, otros comerciantes, turistas. El 93,8%
reconoce que los comensales son de todas las
nacionalidades. En la realización de las entrevis-
tas, se encontró que los comensales generalmente
Medina G., et al.
frecuentan los puestos en horarios concurridos
como a la hora de almuerzo entre 13-14 horas,
luego a la hora que coincide con la salida del tra-
bajo entre 18-21 horas, y en horario diurno entre
7-9 horas.
Un 59,3% de los comerciantes entrevistados
señaló que del total de sus compradores un 75%
corresponde a chilenos, y que generalmente las
preparaciones escogidas por los nacionales se
asemejan a las que prefieren los comerciantes mi-
grantes. En los carros de comerciantes entrevista-
dos donde se vendían sopaipillas y otros produc-
tos, se pudo apreciar que los chilenos prefieren
mayoritariamente (95,6%) las sopaipillas, las cua-
les son condimentadas con diversas salsas, como
salsas de ajo, rocoto, mostaza y salsa de ají.
Percepciones y problemáticas asociadas a
la venta de comida callejera:
En relación a desenvolverse en este tipo de mer-
cado, un 64,1% de los entrevistados respondió
que su percepción del trabajo era positiva. Dentro
de los comentarios que se encontraron asociados
a esta percepción estaban el que este trabajo es
digno, noble, e incluso existió un comerciante de
Colombia que dijo realizar este trabajo por un
sentimiento de compañerismo, de alimentar a los
amigos y compatriotas. Además, algunas mujeres
señalaron que este tipo de trabajo les permitía fle-
xibilidad en el cuidado de sus hijos, ya que mien-
tras ellas trabajaban podían solicitar ayuda para
esto.
Dentro de las percepciones negativas asociadas
a este trabajo, se encontró que los principales pro-
blemas a los que se enfrentaban los comerciantes
tenía que ver con problemas con carabineros con
un abrumador 90,6%. Sólo un 4,7% reconoció
problemas con vendedores chilenos y un 1,6%
reconoció no tener problemas. De los comenta-
rios que surgieron en torno a esto, se hizo relación
a que el carro muchas veces es arrendado a otra
persona, generalmente migrante o chileno, y que
al ser decomisados, tenían que también incurrir
en gastos por compensación de los bienes perdi-
dos. También hubo casos en que los carros esta-
ban siendo atendidos por migrantes asociados a
chilenos, y por lo tanto al momento de responder
debían pedir permiso a sus empleadores.
Al referirse a si el comerciante estaría dispuesto
a establecerse en un lugar fijo, el 96,9% asintió fa-
vorablemente, con sólo un 3,1% de rechazo ante
esta idea. Sin embargo, al consultar sobre los obs-
táculos para realizar esto, un 46,9% señaló que no
existían permisos para vender comida; 32,8% res-
pondió no contar con papeles para le residencia,
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