Cuadernos Médicos Sociales 2019; Vol 58 N°4 | Page 14

adherir a estas categorías identitarias (27). Sin em- bargo, estudios recientes (28) han demostrado que los aportes genéticos de los grupos continentales que contribuyeron a conformar la población chilena actual indican que el aporte genético americano pro- medio (ponderado) general para Chile es de 44.34% ± 3.96%, llegando hasta un 78% en personas que presentan dos apellidos indígenas. ¿Cómo deben ser estos datos interpretados a la luz del dinamismo de las identidades en las sociedades multiculturales? Una situación similar la presenta Knipper en el caso de Alemania (26), donde el aumento de población migrante, pasó del 9% al 19% entre 2004 y 2006 por el cambio en la forma de contar a los migrantes, incluyendo en esta categoría a personas nacidas en Alemania que tienen progenitores nacidos en el ex- tranjero. Frente a esta complejidad, ¿cómo se aplica el concepto de cultura en el campo sanitario? Una vez más, el mundo globalizado contemporáneo nos desafía en nuestra concepción de lo que entendemos por interculturalidad en salud, ahora desde la forma de definir grupos sociales, considerando cómo di- chas definiciones evolucionan en el tiempo. Las nue- vas formas de definir a migrantes internacionales o a personas indígenas, desde sus heterogeneidades internas, inevitablemente modifican lo que hasta ese momento se conoce como parámetro “normal” de frecuencia de grupos socialmente diversos dentro una nación o continente. Nuevas definiciones de interculturalidad, nuevas categorías internas y nue- vas formas de medición impactan directamente en nuestra forma de observar la realidad y de producir conocimiento en torno a ella. importancia de la cultura, la evaluación de las relacio- nes interculturales, la vigilancia hacia las dinámicas de poder que resultan de las diferencias culturales, así como el conocimiento y la adaptación de los ser- vicios para satisfacer las necesidades culturales úni- cas. Las Competencias Culturales en Salud (30) han sido concebidas como habilitaciones del equipo de salud para conseguir trabajar efectivamente dentro del contexto cultural de la familia, el individuo, o la comunidad. Este proceso de la competencia cultural involucra la integración de conciencia, conocimien- tos, habilidades y deseos de encuentros culturales. Si bien es el ámbito clínico el espacio clásico de acción de la competencia cultural, también se reconocen en el debate otros niveles de acción más amplios, como lo son en el trabajo comunitario, intersectorial, de política pública, y de investigación, por mencionar algunos. La discusión en torno al tema recuerda que la competencia cultural no sólo debe supeditarse a habilidades exigibles en trabajadores de salud en atención directa a usuarios, sino también a la perti- nencia con la que se redactan leyes, ejes programá- ticos, intervenciones de cualquier tipo, e incluso en la forma de abogar, defender y poner en la agenda pública la temática migratoria y sus efectos en salud poblacional en los diversos países de América Latina (31). A partir del desarrollo de los conceptos de com- petencia cultural y su instalación en los Programas de Salud Intercultural, la Comunicación Intercultural se ha transformado en un componente fundamental para el logro y desarrollo de esta competencia (32). El espacio de la atención en salud está marcado por un encuentro intercultural, -concepto acuñado a partir de la experiencia psicoterapéutica con migran- tes (33)-, generado por medio de una negociación intersubjetiva en el que se sientan las bases, límites y características de la atención entre personas de trayectorias culturales diversas. Además de las ha- bilidades de flexibilidad y adaptación, este concep- to recuerda la importancia de considerar contexto, condiciones causales, condiciones intervinientes, propiedades, estrategias de acción interacción y sus consecuencias en la creación de este espacio nego- ciado de encuentro con el otro. Desde otra perspec- tiva, en el ámbito de los programas interculturales dedicados a la población indígena, las diferencias comunicativas entre paciente y proveedor de salud han sido abordadas mediante dos figuras símiles pero diversas que han entrado en el campo médi- co: el mediador cultural/intercultural y el facilitador lingüístico. Presente también en otros contextos in- terculturales europeos (34,35), el mediador cultural en los espacios socio-sanitarios, se entiende como CONCEPTOS APLICADOS AL CAMPO DE LA SALUD INTERCULTURAL La creación del campo de salud intercultural en América Latina (29), responde a una serie de lógicas gubernamentales puestas en acción para reconocer la diferencia étnica en el ámbito sanitario, a través de un grupo de normativas emitidas en el continen- te desde la declaración de Alma Ata (1978) hasta nuestros días. En ellas se promueve el Derecho a la Diferencia en Salud, entendido como la respon- sabilidad del Estado y de sus instituciones de re- conocer, respetar y proteger las culturas indígenas y otras minorías étnicas con el objetivo de revertir las evidentes desigualdades que éstas presentan en materias sanitarias respecto a la población no-indí- gena. La elaboración de este tipo de propuestas ha generado un debate en torno a la necesidad de gene- rar Sistemas de Salud Culturalmente Competentes, que reconocen e incorporan a todos los niveles, la Carreño A., et al. 12