adherir a estas categorías identitarias (27). Sin em-
bargo, estudios recientes (28) han demostrado que
los aportes genéticos de los grupos continentales
que contribuyeron a conformar la población chilena
actual indican que el aporte genético americano pro-
medio (ponderado) general para Chile es de 44.34%
± 3.96%, llegando hasta un 78% en personas que
presentan dos apellidos indígenas. ¿Cómo deben
ser estos datos interpretados a la luz del dinamismo
de las identidades en las sociedades multiculturales?
Una situación similar la presenta Knipper en el caso
de Alemania (26), donde el aumento de población
migrante, pasó del 9% al 19% entre 2004 y 2006
por el cambio en la forma de contar a los migrantes,
incluyendo en esta categoría a personas nacidas en
Alemania que tienen progenitores nacidos en el ex-
tranjero. Frente a esta complejidad, ¿cómo se aplica
el concepto de cultura en el campo sanitario? Una
vez más, el mundo globalizado contemporáneo nos
desafía en nuestra concepción de lo que entendemos
por interculturalidad en salud, ahora desde la forma
de definir grupos sociales, considerando cómo di-
chas definiciones evolucionan en el tiempo. Las nue-
vas formas de definir a migrantes internacionales o
a personas indígenas, desde sus heterogeneidades
internas, inevitablemente modifican lo que hasta ese
momento se conoce como parámetro “normal” de
frecuencia de grupos socialmente diversos dentro
una nación o continente. Nuevas definiciones de
interculturalidad, nuevas categorías internas y nue-
vas formas de medición impactan directamente en
nuestra forma de observar la realidad y de producir
conocimiento en torno a ella.
importancia de la cultura, la evaluación de las relacio-
nes interculturales, la vigilancia hacia las dinámicas
de poder que resultan de las diferencias culturales,
así como el conocimiento y la adaptación de los ser-
vicios para satisfacer las necesidades culturales úni-
cas. Las Competencias Culturales en Salud (30) han
sido concebidas como habilitaciones del equipo de
salud para conseguir trabajar efectivamente dentro
del contexto cultural de la familia, el individuo, o la
comunidad. Este proceso de la competencia cultural
involucra la integración de conciencia, conocimien-
tos, habilidades y deseos de encuentros culturales. Si
bien es el ámbito clínico el espacio clásico de acción
de la competencia cultural, también se reconocen en
el debate otros niveles de acción más amplios, como
lo son en el trabajo comunitario, intersectorial, de
política pública, y de investigación, por mencionar
algunos. La discusión en torno al tema recuerda que
la competencia cultural no sólo debe supeditarse
a habilidades exigibles en trabajadores de salud en
atención directa a usuarios, sino también a la perti-
nencia con la que se redactan leyes, ejes programá-
ticos, intervenciones de cualquier tipo, e incluso en
la forma de abogar, defender y poner en la agenda
pública la temática migratoria y sus efectos en salud
poblacional en los diversos países de América Latina
(31).
A partir del desarrollo de los conceptos de com-
petencia cultural y su instalación en los Programas
de Salud Intercultural, la Comunicación Intercultural
se ha transformado en un componente fundamental
para el logro y desarrollo de esta competencia (32).
El espacio de la atención en salud está marcado por
un encuentro intercultural, -concepto acuñado a
partir de la experiencia psicoterapéutica con migran-
tes (33)-, generado por medio de una negociación
intersubjetiva en el que se sientan las bases, límites
y características de la atención entre personas de
trayectorias culturales diversas. Además de las ha-
bilidades de flexibilidad y adaptación, este concep-
to recuerda la importancia de considerar contexto,
condiciones causales, condiciones intervinientes,
propiedades, estrategias de acción interacción y sus
consecuencias en la creación de este espacio nego-
ciado de encuentro con el otro. Desde otra perspec-
tiva, en el ámbito de los programas interculturales
dedicados a la población indígena, las diferencias
comunicativas entre paciente y proveedor de salud
han sido abordadas mediante dos figuras símiles
pero diversas que han entrado en el campo médi-
co: el mediador cultural/intercultural y el facilitador
lingüístico. Presente también en otros contextos in-
terculturales europeos (34,35), el mediador cultural
en los espacios socio-sanitarios, se entiende como
CONCEPTOS APLICADOS AL CAMPO DE
LA SALUD INTERCULTURAL
La creación del campo de salud intercultural en
América Latina (29), responde a una serie de lógicas
gubernamentales puestas en acción para reconocer
la diferencia étnica en el ámbito sanitario, a través
de un grupo de normativas emitidas en el continen-
te desde la declaración de Alma Ata (1978) hasta
nuestros días. En ellas se promueve el Derecho a
la Diferencia en Salud, entendido como la respon-
sabilidad del Estado y de sus instituciones de re-
conocer, respetar y proteger las culturas indígenas
y otras minorías étnicas con el objetivo de revertir
las evidentes desigualdades que éstas presentan en
materias sanitarias respecto a la población no-indí-
gena. La elaboración de este tipo de propuestas ha
generado un debate en torno a la necesidad de gene-
rar Sistemas de Salud Culturalmente Competentes,
que reconocen e incorporan a todos los niveles, la
Carreño A., et al.
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