ORIGINALES:
Migración y Salud
decir, pertenecen a un determinado grupo, con una
historia específica y una forma propia de ver el mun-
do y entender la salud y la enfermedad (18). En con-
secuencia, las culturas no son identidades fijas, sino
que buscan permanentemente poner al ser humano
en la condición de poder actuar frente a sus nece-
sidades, adaptándose a los ambientes naturales y a
las transformaciones sociales que lo circundan. Esto
implica, por ejemplo, que un usuario mapuche rural
no tendrá las mismas necesidades ni miradas sobre
su padecimiento que un usuario mapuche urbano,
aunque ambos pertenezcan a un mismo grupo cul-
tural (17). Lo mismo sucede respecto a la estratifica-
ción interna dentro de cada cultura que, dentro de
una misma sociedad, tenderá a producir accesos di-
ferenciados al poder y los recursos, con importantes
consecuencias sobre las relaciones que se establecen
entre los propios miembros de un grupo (19). Por
lo tanto, un usuario pakistaní profesional no se rela-
cionará del mismo modo con los servicios de salud
británicos que una usuaria pakistaní con pocos años
de escolarización (20). Igualmente, un cirujano no
concebirá los problemas de su hospital del mismo
modo que un paramédico o una enfermera, aunque
estén formados en la misma cultura médica, debido
a que entre ellos existen relaciones de poder estratifi-
cadas que se traducen también en relaciones de clase
y de género.
La introducción de la cultura en la reflexión sobre
las prácticas de salud de las poblaciones debe alejarse
de la construcción de estereotipos rígidos acerca de
lo que representan las distintas afiliaciones culturales
que tienen los sujetos. Continuando con el ejemplo
del párrafo anterior, no es necesariamente la rura-
lidad per se lo que define la falta de adherencia al
tratamiento de un usuario, sino una compleja matriz
histórica, política, económica y social que se estable-
ce entre ciertas comunidades y se vuelve visible en
el tiempo. De esta forma, la suma de sistemas de
saberes y prácticas van más allá de lo únicamente
“rural” o “educacional” por mencionar algunas ca-
tegorías, sino que deben ser observadas, cuestiona-
das y definidas en cada momento y para cada caso y
contexto particular. Esta forma de abordaje abierta
y multidimensional permite agregar nuevas formas
de comprensión de la interculturalidad que superan
lo definido por pertenencia a pueblo indígena, in-
cluyendo por ejemplo a migrantes internacionales,
así como permite cuestionar categorías predefinidas
en su verdadero origen y significado, poniéndolas de
frente a cada encuentro intercultural que tome lugar
en contextos de salud.
Las culturas, como grupos humanos, están so-
metidas hoy en día a lo que se ha definido como
proceso de globalización, o en su versión francófo-
na, mundialización. Parcialmente diferentes, ambos
conceptos aducen al proceso de integración mundial
en los ámbitos político, económico, social, cultural y
tecnológico, que ha convertido al mundo en un lugar
cada vez más interconectado y que se ha considera-
do una aldea global (21). Las transformaciones que
se generan a partir de la globalización dan lugar a
sociedades multiculturales, entendidas como grupos
en los que se reconoce la existencia de diferencias
culturales internas. Frente a la multiculturalidad se
puede generar multiculturalismo, entendido como
una expresión del derecho a la diferencia, a la diver-
sidad y al fortalecimiento de lo propio (22). Como
modelo opuesto al multiculturalismo y la intercul-
turalidad surge el asimilacionismo, que prevaleció
en las políticas migratorias de fines de la II Guerra
Mundial, principalmente en Europa. Es un mode-
lo que busca la integración a partir de la afirmación
hegemónica de la cultura del país de acogida, enten-
diendo que, en el acto de migrar, los sujetos asumen
la obligación de comportarse según los parámetros
de la sociedad receptora, prescindiendo o anulando
su cultura de origen (23). Las consecuencias de este
tipo de enfoques en las políticas migratorias han
sido evidenciadas en el ámbito de la salud: la doble
presión que un enfoque asimilacionista ejerce sobre
los migrantes los pone en la situación de asumir in-
condicionalmente pautas culturales que les son forá-
neas e incluso contradictorias (por ejemplo, asumir
conceptos de feminidad occidentales para jóvenes
provenientes de contextos musulmanes) y al mismo
tiempo renunciar a sus propias pertenencias cultura-
les, llegando incluso a desvalorizarlas considerándo-
las inferiores. El costo que el asimilacionismo tiene
sobre aspectos de la salud física y mental han sido
abordados por autores como Malmusi y colabora-
dores, quienes constataron que los inmigrantes re-
portan significativamente más síntomas depresivos
que los no migrantes y que la brecha aumenta en los
países cuyas políticas sanitarias son de tipo asimila-
cionista (24).
Por lo mismo, la importancia del dinamismo y la
flexibilidad en la comprensión de la cultura y de las
sociedades multiculturales tiene consecuencias sobre
su forma concreta de operar en el campo médico
(25). Frente a una sociedad cada vez más comple-
ja y sometida a crecientes movimientos migratorios
cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo es posi-
ble operacionalizar la categoría indígena o migrante
para investigaciones médicas, por ejemplo? (26). En
los mecanismos de cuantificación establecidos por
los Estados Latinoamericanos ha prevalecido la au-
toadscripción o el uso de las lenguas indígenas para
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (4): 7-17