Cuadernos Médicos Sociales 2019; Vol 58 N°4 | Page 13

ORIGINALES: Migración y Salud decir, pertenecen a un determinado grupo, con una historia específica y una forma propia de ver el mun- do y entender la salud y la enfermedad (18). En con- secuencia, las culturas no son identidades fijas, sino que buscan permanentemente poner al ser humano en la condición de poder actuar frente a sus nece- sidades, adaptándose a los ambientes naturales y a las transformaciones sociales que lo circundan. Esto implica, por ejemplo, que un usuario mapuche rural no tendrá las mismas necesidades ni miradas sobre su padecimiento que un usuario mapuche urbano, aunque ambos pertenezcan a un mismo grupo cul- tural (17). Lo mismo sucede respecto a la estratifica- ción interna dentro de cada cultura que, dentro de una misma sociedad, tenderá a producir accesos di- ferenciados al poder y los recursos, con importantes consecuencias sobre las relaciones que se establecen entre los propios miembros de un grupo (19). Por lo tanto, un usuario pakistaní profesional no se rela- cionará del mismo modo con los servicios de salud británicos que una usuaria pakistaní con pocos años de escolarización (20). Igualmente, un cirujano no concebirá los problemas de su hospital del mismo modo que un paramédico o una enfermera, aunque estén formados en la misma cultura médica, debido a que entre ellos existen relaciones de poder estratifi- cadas que se traducen también en relaciones de clase y de género. La introducción de la cultura en la reflexión sobre las prácticas de salud de las poblaciones debe alejarse de la construcción de estereotipos rígidos acerca de lo que representan las distintas afiliaciones culturales que tienen los sujetos. Continuando con el ejemplo del párrafo anterior, no es necesariamente la rura- lidad per se lo que define la falta de adherencia al tratamiento de un usuario, sino una compleja matriz histórica, política, económica y social que se estable- ce entre ciertas comunidades y se vuelve visible en el tiempo. De esta forma, la suma de sistemas de saberes y prácticas van más allá de lo únicamente “rural” o “educacional” por mencionar algunas ca- tegorías, sino que deben ser observadas, cuestiona- das y definidas en cada momento y para cada caso y contexto particular. Esta forma de abordaje abierta y multidimensional permite agregar nuevas formas de comprensión de la interculturalidad que superan lo definido por pertenencia a pueblo indígena, in- cluyendo por ejemplo a migrantes internacionales, así como permite cuestionar categorías predefinidas en su verdadero origen y significado, poniéndolas de frente a cada encuentro intercultural que tome lugar en contextos de salud. Las culturas, como grupos humanos, están so- metidas hoy en día a lo que se ha definido como proceso de globalización, o en su versión francófo- na, mundialización. Parcialmente diferentes, ambos conceptos aducen al proceso de integración mundial en los ámbitos político, económico, social, cultural y tecnológico, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado y que se ha considera- do una aldea global (21). Las transformaciones que se generan a partir de la globalización dan lugar a sociedades multiculturales, entendidas como grupos en los que se reconoce la existencia de diferencias culturales internas. Frente a la multiculturalidad se puede generar multiculturalismo, entendido como una expresión del derecho a la diferencia, a la diver- sidad y al fortalecimiento de lo propio (22). Como modelo opuesto al multiculturalismo y la intercul- turalidad surge el asimilacionismo, que prevaleció en las políticas migratorias de fines de la II Guerra Mundial, principalmente en Europa. Es un mode- lo que busca la integración a partir de la afirmación hegemónica de la cultura del país de acogida, enten- diendo que, en el acto de migrar, los sujetos asumen la obligación de comportarse según los parámetros de la sociedad receptora, prescindiendo o anulando su cultura de origen (23). Las consecuencias de este tipo de enfoques en las políticas migratorias han sido evidenciadas en el ámbito de la salud: la doble presión que un enfoque asimilacionista ejerce sobre los migrantes los pone en la situación de asumir in- condicionalmente pautas culturales que les son forá- neas e incluso contradictorias (por ejemplo, asumir conceptos de feminidad occidentales para jóvenes provenientes de contextos musulmanes) y al mismo tiempo renunciar a sus propias pertenencias cultura- les, llegando incluso a desvalorizarlas considerándo- las inferiores. El costo que el asimilacionismo tiene sobre aspectos de la salud física y mental han sido abordados por autores como Malmusi y colabora- dores, quienes constataron que los inmigrantes re- portan significativamente más síntomas depresivos que los no migrantes y que la brecha aumenta en los países cuyas políticas sanitarias son de tipo asimila- cionista (24). Por lo mismo, la importancia del dinamismo y la flexibilidad en la comprensión de la cultura y de las sociedades multiculturales tiene consecuencias sobre su forma concreta de operar en el campo médico (25). Frente a una sociedad cada vez más comple- ja y sometida a crecientes movimientos migratorios cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo es posi- ble operacionalizar la categoría indígena o migrante para investigaciones médicas, por ejemplo? (26). En los mecanismos de cuantificación establecidos por los Estados Latinoamericanos ha prevalecido la au- toadscripción o el uso de las lenguas indígenas para 11 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (4): 7-17