Cuadernos Médicos Sociales 2019; Vol 58 N°4 | Page 12

necesidad de recorrer la historia de los contextos en los que la biomedicina se ha instalado en el mundo. Si bien hoy en día este sistema médico se ha transformado en un modelo hegemónico a nivel global, es relevante destacar que su “con- dición cosmopolita” (11), se origina en un (des) encuentro que reproduce relaciones desiguales de poder entre países, así como conflictos étnicos y de clase arraigados al interior de la especificidad de cada sociedad. Como detallan autores de di- versas latitudes, la expansión global de la biome- dicina es el resultado de procesos cuyos orígenes se remontan al colonialismo (12), momento en el cual se sientan las bases de la expansión del siste- ma capitalista y del Estado-Nación como modelo de gobierno. En este contexto, la biomedicina es- tablece una relación con las minorías étnicas que, desde sus orígenes gesta una contradicción: por una parte, es resultado de la ampliación de los de- rechos de acceso a salud al actuar específicamente en las zonas donde ésta no estaba asegurada, por otra parte, en este ejercicio de universalización re- produce las relaciones de hegemonía y subalterni- dad propias del proceso de colonización, pues a pesar de pretender ser un conocimiento neutro y universal, encarna los saberes y poderes que están en el corazón del proyecto colonizador de ciertas sociedades sobre otras (8). En este cuadro histórico se instalan las primeras bases de los programas de cooperación interna- cional y de intervenciones locales desde los que surgen las primeras acciones en salud intercultural dedicada a pueblos indígenas (13). La dimensión aplicada de la intervención, así como la prevalen- cia de una visión de la población usuaria como victimizada y carente (11), instala barreras histó- ricas a la horizontalidad, el diálogo y la comple- mentariedad que están a la base del ejercicio de las relaciones interculturales. Situación similar se ha observado respecto a la situación de salud de los migrantes en distintos contextos internacionales. En Chile, los indicado- res estadísticos reflejan por una parte un menor auto-reporte de problemas de salud que la pobla- ción local chilena (14), y por otra, la existencia de subgrupos de inmigrantes con bajo nivel econó- mico, cuyos resultados de salud son peores que los demás grupos migrantes y muy similares a los resultados de la población local en Chile, pese a ser, en promedio, más jóvenes que los chilenos (15). Esto implica que, si bien se han realizado enormes avances en materia de acceso y uso a los servicios de salud por parte de migrantes inter- nacionales en Chile, la falta de una perspectiva Carreño A., et al. intercultural con foco en la inclusión de las ne- cesidades y potencialidades de estas poblaciones, puede transformarse en un factor que paraliza las acciones sanitarias en la medida que impone ba- rreras entre equipos de salud y población usuaria, al reproducir relaciones de verticalidad en la que estos últimos siguen viviendo en realidades desco- nocidas e impensadas para los operadores biomé- dicos. Por este motivo, los conceptos teóricos que sustentan la interculturalidad en salud deben ser discutidos e incorporados en la práctica sanitaria con la conciencia de actuar en un espacio social altamente marcado por la historia y las dinámicas globales de poder. CONCEPTOS CLAVE PARA EL EJERCICIO DE LA SALUD EN CONTEXTOS INTERCULTURALES Del concepto de cultura a las sociedades multiculturales Una vez comprendidas las variables históricas que determinan la creación de los contextos intercultu- rales en los que hoy se ejerce la salud, es importante reflexionar respecto a la aplicación de conceptos cla- ve, provenientes de las ciencias sociales, para el aná- lisis de los problemas que surgen en los contextos interculturales en los que se aplica la salud. Muchas veces en los equipos de salud o en las políticas, pla- nes y programas dedicados a este tema, se utiliza el concepto de cultura como fuente de explicación de los conflictos que surgen al atender a usuarios de orí- genes diversos al propio. Por ejemplo, si un usuario de origen rural niega un diagnóstico y se demuestra reticente al tratamiento, es probable que el equipo médico llegue a la conclusión que su problema es de carácter cultural. Lo mismo podría suceder si tal paciente fuera de una clase social inferior a la del equipo médico, con menor nivel educativo o si fuera de origen indígena y/o migrante internacional. Esto da lugar a confusiones y abusos del concepto, por lo que urge recordar que cultura es un concepto sobre el cual la antropología ha generado las bases de su discusión como disciplina, diferenciándolo de otros conceptos asociados como raza y etnia. A pesar de lo extendido del debate y de los distin- tos posicionamientos teóricos que la definición de cultura implica, es posible concebir la cultura como “un complejo y dinámico conjunto de creencias, co- nocimientos, valores y conductas aprendidas y trans- mitidas entre las personas a través del lenguaje y su vida en sociedad” (16,17). En este sentido, todos los sujetos y los sistemas médicos, incluida la medicina occidental y sus agentes de salud, son culturales, es 10