necesidad de recorrer la historia de los contextos
en los que la biomedicina se ha instalado en el
mundo. Si bien hoy en día este sistema médico
se ha transformado en un modelo hegemónico
a nivel global, es relevante destacar que su “con-
dición cosmopolita” (11), se origina en un (des)
encuentro que reproduce relaciones desiguales de
poder entre países, así como conflictos étnicos y
de clase arraigados al interior de la especificidad
de cada sociedad. Como detallan autores de di-
versas latitudes, la expansión global de la biome-
dicina es el resultado de procesos cuyos orígenes
se remontan al colonialismo (12), momento en el
cual se sientan las bases de la expansión del siste-
ma capitalista y del Estado-Nación como modelo
de gobierno. En este contexto, la biomedicina es-
tablece una relación con las minorías étnicas que,
desde sus orígenes gesta una contradicción: por
una parte, es resultado de la ampliación de los de-
rechos de acceso a salud al actuar específicamente
en las zonas donde ésta no estaba asegurada, por
otra parte, en este ejercicio de universalización re-
produce las relaciones de hegemonía y subalterni-
dad propias del proceso de colonización, pues a
pesar de pretender ser un conocimiento neutro y
universal, encarna los saberes y poderes que están
en el corazón del proyecto colonizador de ciertas
sociedades sobre otras (8).
En este cuadro histórico se instalan las primeras
bases de los programas de cooperación interna-
cional y de intervenciones locales desde los que
surgen las primeras acciones en salud intercultural
dedicada a pueblos indígenas (13). La dimensión
aplicada de la intervención, así como la prevalen-
cia de una visión de la población usuaria como
victimizada y carente (11), instala barreras histó-
ricas a la horizontalidad, el diálogo y la comple-
mentariedad que están a la base del ejercicio de las
relaciones interculturales.
Situación similar se ha observado respecto a la
situación de salud de los migrantes en distintos
contextos internacionales. En Chile, los indicado-
res estadísticos reflejan por una parte un menor
auto-reporte de problemas de salud que la pobla-
ción local chilena (14), y por otra, la existencia de
subgrupos de inmigrantes con bajo nivel econó-
mico, cuyos resultados de salud son peores que
los demás grupos migrantes y muy similares a los
resultados de la población local en Chile, pese a
ser, en promedio, más jóvenes que los chilenos
(15). Esto implica que, si bien se han realizado
enormes avances en materia de acceso y uso a los
servicios de salud por parte de migrantes inter-
nacionales en Chile, la falta de una perspectiva
Carreño A., et al.
intercultural con foco en la inclusión de las ne-
cesidades y potencialidades de estas poblaciones,
puede transformarse en un factor que paraliza las
acciones sanitarias en la medida que impone ba-
rreras entre equipos de salud y población usuaria,
al reproducir relaciones de verticalidad en la que
estos últimos siguen viviendo en realidades desco-
nocidas e impensadas para los operadores biomé-
dicos. Por este motivo, los conceptos teóricos que
sustentan la interculturalidad en salud deben ser
discutidos e incorporados en la práctica sanitaria
con la conciencia de actuar en un espacio social
altamente marcado por la historia y las dinámicas
globales de poder.
CONCEPTOS CLAVE PARA EL
EJERCICIO DE LA SALUD EN
CONTEXTOS INTERCULTURALES
Del concepto de cultura a las sociedades
multiculturales
Una vez comprendidas las variables históricas que
determinan la creación de los contextos intercultu-
rales en los que hoy se ejerce la salud, es importante
reflexionar respecto a la aplicación de conceptos cla-
ve, provenientes de las ciencias sociales, para el aná-
lisis de los problemas que surgen en los contextos
interculturales en los que se aplica la salud. Muchas
veces en los equipos de salud o en las políticas, pla-
nes y programas dedicados a este tema, se utiliza el
concepto de cultura como fuente de explicación de
los conflictos que surgen al atender a usuarios de orí-
genes diversos al propio. Por ejemplo, si un usuario
de origen rural niega un diagnóstico y se demuestra
reticente al tratamiento, es probable que el equipo
médico llegue a la conclusión que su problema es
de carácter cultural. Lo mismo podría suceder si tal
paciente fuera de una clase social inferior a la del
equipo médico, con menor nivel educativo o si fuera
de origen indígena y/o migrante internacional. Esto
da lugar a confusiones y abusos del concepto, por lo
que urge recordar que cultura es un concepto sobre
el cual la antropología ha generado las bases de su
discusión como disciplina, diferenciándolo de otros
conceptos asociados como raza y etnia.
A pesar de lo extendido del debate y de los distin-
tos posicionamientos teóricos que la definición de
cultura implica, es posible concebir la cultura como
“un complejo y dinámico conjunto de creencias, co-
nocimientos, valores y conductas aprendidas y trans-
mitidas entre las personas a través del lenguaje y su
vida en sociedad” (16,17). En este sentido, todos los
sujetos y los sistemas médicos, incluida la medicina
occidental y sus agentes de salud, son culturales, es
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