ORIGINALES:
Migración y Salud
INTRODUCCIÓN
políticas que se traducen en relaciones específicas
con la medicina oficial del Estado. Partir de este
sustrato, permite comprender la interculturalidad
desde la necesidad de reconocimiento del otro
como un ser digno de ejercer todos sus derechos,
valorando la diversidad como riqueza potencial,
en el ámbito específico de la salud, y en dimen-
siones adicionales a la pertenencia étnica como
son el estatus migratorio, la diversidad de género
y sexual, socioeconómica, intergeneracional, en-
tre muchas otras (6,7). En este documento desa-
rrollaremos la propuesta de ampliar la mirada de
interculturalidad en salud para la inclusión explí-
cita de migrantes internacionales, como punto de
partida necesario de una eventual re-significación
del concepto y su marco de referencia en salud a
futuro.
En torno al informe de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) del año 2005 sobre la necesi-
dad de abordar la salud desde la perspectiva de
las determinantes sociales, a nivel mundial se ha
generado una reconocida urgencia por aclarar la
forma en la que diversos factores se relacionan y
generan desigualdades sociales en salud (1). A pe-
sar de que se han observado diferencias en la for-
ma de abordar estos determinantes sociales entre
países, es posible afirmar que en América Latina
reducir las inequidades en salud ha sido una prio-
ridad asumida por Estados e Instituciones me-
diante políticas y programas, uno de cuyos focos
históricos ha sido la población indígena. Como
sabemos, los pueblos indígenas siguen estando al
margen de la sociedad: “son más pobres, tienen
un menor nivel de educación, mueren a una edad
más temprana, hay más probabilidades de que se
suiciden y, en términos generales, tienen una peor
salud que el resto de la población” (2,3).
Con el objetivo de actuar sobre las desigualda-
des sociales en salud que afectan a esta población
y que se consideran prevenibles, modificables e
injustas, se han instalado planes y programas en
todo el continente (4), que desde distintas pers-
pectivas intentan reducir barreras culturales que
están detrás de algunas de las vulnerabilidades
que presentan múltiples comunidades indígenas
(5). Si bien llevan más de dos décadas desde su
instalación, los modelos de salud intercultural en
América Latina, con foco prioritario en pueblos
indígenas, sólo recientemente están discutiendo
respecto a los retos que implican los flujos mi-
gratorios internacionales. Este fenómeno está
transformando el perfil demográfico de países
tradicionalmente fuente de emigración, que hoy
se configuran con fuerza como destinos de inmi-
gración sur-sur, como sucede en el caso de Chile.
Frente a la transformación de los flujos migra-
torios en América Latina, resulta urgente superar
la comprensión de la interculturalidad en salud
desde una perspectiva exclusivamente concen-
trada en la diversidad indígena, ampliándola ha-
cia una visión global, que permita garantizar su
ejercicio en los diversos contextos marcados por
distintos orígenes y expresiones de la diversidad
cultural. La interculturalidad en salud, en conse-
cuencia, pasa de ser un modelo de acción focaliza-
do principalmente en las necesidades de los pue-
blos indígenas, a una forma de hacer en salud en
contextos en los que se reconoce la presencia de
diversidades, marcadas por relaciones históricas y
ASPECTOS HISTÓRICOS DE LA
INTERCULTURALIDAD EN SALUD
Al enfrentar una situación en salud que pueda
develarse conflictiva por la presencia de “facto-
res culturales” (8) que resultan incomprensibles
para los equipos médicos, es importante recordar
dos aspectos que nos hablan de la historicidad
que está implícita en estos contextos: a) La pre-
tendida neutralidad y universalidad las cuales el
conocimiento biomédico se construye a partir de
su nacimiento como ciencia; b) las consecuencias
que tal postura ha generado en la relación entre
usuarios y sistemas médicos.
Respecto al primer tema los historiadores de
la medicina recuerdan que el nacimiento de ésta
como ciencia surge a partir de un distanciamien-
to de los factores sociales asociados al proceso
salud/enfermedad (9). La medicina refuerza su
proceso de institucionalización desde una “mi-
nusvaloración de una visión social de la salud,
la enfermedad y la atención” (10). Desprendida
del sujeto, la medicina occidental articula su ac-
ción a partir de la noción de la enfermedad como
entidad natural y universal, en la que los factores
sociales e históricos que la construyen quedan re-
mitidos a variables que sólo hoy se revalorizan en
salud pública, a partir por ejemplo del modelo de
determinantes sociales en salud (1). La pretendi-
da universalidad y neutralidad del modelo médico
occidental repercute en los conflictos que emer-
gen cuando, a partir de las transformaciones que
sufren las sociedades, se evidencian las contradic-
ciones históricas y políticas que subyacen a su ex-
pansión a nivel global.
De esta primera proposición, se desprende la
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (4): 7-17