Cuadernos BDSM Nº 22 | Page 45

CUADERNOS DE BDSM - nº 22 siempre con cuidado para evitar roturas o desgarros. Si el sumiso tiene la conciencia embotada por el alcohol o las drogas puede tener dificultad para avisarnos cuando el nivel de dolor deje de ser eróticamente estimulante y se convierta en dolor que avise de un posible daño. Para empezar a torturar los genitales nuestras manos son las armas obvias: tenemos un control preciso de la presión que ejercemos con ellas y siempre están disponibles. Palmadas, apretones, pellizcos o estiramientos son algunas de la muchas maneras de torturar a alguien con nuestras manos sin usar otros utensilios. Pero como a la mayoría nos gusta jugar y echarle imaginación existe en el mercado una gran variedad de juguetes pensados exclusivamente para CBT. Torturando los genitales masculinos Si bien no es una tortura, empiezo hablando del afeitado porque cuando los huevos están afeitados su piel es más sensible y más fácil de torturar. Para algunos el afeitado en sí mismo puede ser humillante ya que te hace sentir más sensible y vulnerable, aparte del hecho de correr el riesgo de sufrir algún corte durante el afeitado. Por tanto se requiere confianza para dejar que alguien te afeite. Es fácil cortarse cuando te afeitas, por eso si aparece sangre hay que tener presentes las precauciones necesarias a la hora de practicar sexo seguro. Para torturar los genitales de un hombre suele ser muy útil tenerle atado aunque, evidentemente, no es imprescindible. Una posición perfecta es la del águila (brazos y piernas en cruz), ya sea en una cama, en una cruz de San Andrés o en la pared. Esta posición nos permite un acceso total al pene y los testículos. Si es en una cama podemos, además, sentarnos en su cara y obligarle a darnos placer de otras formas. Cualquier barra separadora de tobillos que le mantenga las piernas abiertas también es muy útil. Hay gente que tiene unas cajas verticales en las que se mete el esclavo sacando sus genitales por un agujero que tiene el tamaño justo para dejarlos fuera de la caja. De esta forma el esclavo “desaparece” y “se convierte” únicamente en una polla y unos huevos a nuestra disposición. Algo parecido sucede si momificamos a alguien dejando sus genitales al aire para poder torturarlos. Los genitales masculinos podemos torturarlos de muchas maneras. Vamos a ver unas cuantas de ellas. Usando las manos: cogiendo ambos testículos con una mano y tirando de ellos hacia abajo para ir apretándolos, aumentando la presión poco a poco hasta llevar al sumiso al límite de dolor. Manteniendo los huevos del esclavo cogidos con una mano, podemos usar la otra para apretarlos entre sí. El dolor le va a llegar hasta el abdomen. Pag. 45 CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO. Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material.