CUADERNOS DE BDSM - nº 22
La cosa parece una tontería, pero quizá podría valernos para definir con más precisión el
BDSM como una tendencia sexual universal (en espacio y en tiempo, como lo son la
heterosexualidad o la homosexualidad), o como una tendencia derivada de una cultura
determinada (como lo son la poligamia o la monogamia, que existen en unas culturas sí,
en otras no, y que además, en ambos casos, se consituyen como supracultura, no como
subcultura). De ahí podríamos concluir la naturalidad o la inherencia (perdonadme si
resultan términos muy maximalistas o esencialistas, nada más lejos de mi intención) o la
culturalidad del BDSM.
¿Podemos presuponer, con todo, que es inherente en cuanto a que nadie, desde la
supracultura, nos induce a ello y que es cultural en la medida que se desarrolla a través
de unas relaciones construídas a tal efecto (protocolos, normas ético-morales, etc.)?
Probablemente. ¿Que esta disertación es una paja mental sin ningún interés práctico? A
priori, y mirándolo desde una perspectiva inmediata y exclusivamene BDSM, en efecto,
es una paja mental. Quizá mirándolo desde otros intereses (en los que no voy a entrar
aquí), la cuestión sería más difícil de analizar (de ahí mi preocupación, relativa, por el
tema). En cualquier caso, con esto no pretendo en ningún momento ni cuestionar ni dar
herramientas a quien pretenda cuestionar la legitimidad del BDSM, ni para quien
pretenda tacharnos de enfermos (hay que entender que yo me acerco a la cuestión desde
una perspectiva más o menos sociológica, no médica).
Sería interesante que desde un punto sociológico e historiográfico se pudiese analizar
hasta qué punto el BDSM constituye una sexualidad universal o se relaciona con una
sociedad y una época concretas.
Establecer esto en ningún momento puede asustarnos ni puede servir para discursos
puritanos que pretendan tachar de antinatural esta forma de desarrollar la sexualidad,
pues que algo sea cultural no quiere decir que sea antinatural o que haya que
estigmatizarlo (de hecho, el matrimonio convencional es una manifestación cultural de
las relaciones afectivas y afectivo-sexuales, no por ello antinatural).
Sea como fuere, lo que sí que creo con rotundidad es que la sexualidad, todas las
sexualidades, se construye, en lo íntimo y en lo social, y a nosotros nos corresponde
cómo construir un BDSM que vaya acorde con nuestra forma de entender la vida.
Establecer los parámetros válidos para interrelacionarnos y construir relaciones basadas
en la libertad y en el consenso, es algo que atañe a las personas que vivimos el BDSM,
que está de nuestra mano.
guau-guau
Pueden leer más de este autor en su blog:
http://guauguausumisoperro.blogspot.com.es/
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