Cuadernos BDSM Nº 22 | Page 107

CUADERNOS DE BDSM - nº 22 -¡Pero qué coño haces! ¿Te has vuelto loca? Marcos la apartó de un empujón, haciéndola caerse de culo en el suelo en una postura muy poco digna, enseñando las bragas. Tuvo que apoyarse en la cama para volver a ponerse en pie. No era fácil, con esos tacones tan altos. Se ajustó la minifalda. Volvió a oírse un trueno, como una advertencia de que ese tipo de juegos podían resultar peligrosos. Metió la cuerda en el bolso y se dirigió a la puerta. ¡Todo esto ha sido una estupidez, diga lo que diga el Chino! Es una pena, me estaba poniendo muy cachonda. -¡Espera, no te vayas! -le suplicó Marcos. -Lo siento, Marcos, creo que todo esto no ha sido una buena idea -le dijo con franqueza. El Chino te devolverá el dinero. -Perdona, tía… ¡Perdóname, joder! Es que me asusté. No me di cuenta de lo que hacía. Sonaba como un niño atemorizado delante de la maestra. -Muy bien, si no quieres que me vaya tendrás que aceptar un castigo. -¿Qué castigo? -dijo alarmado. -Unos buenos azotes en el culo. No va a aceptar eso ni borracho. ¡Mejor, así terminamos de una vez con esta farsa! La polla de Marcos, que había empezado a flaquear, se volvió repentinamente rígida como una estaca. -¿Me vas a hacer mucho daño? ¡Vaya, si te tengo en mi poder! ¿Así que eres un pelín masoca, eh Marcos? -¡Pues claro que te voy a hacer daño! Si no, no sería un castigo. -No se lo irás a decir a las otras ¿no? -Lo que pase hoy en esta habitación no lo sabrá nadie, te lo prometo. Entonces, ¿aceptas tu castigo? -Bueno -dijo con voz casi imperceptible. -Ponte a gatas en la cama. Esta vez Marcos la obedeció sin rechistar. Poniendo una rodilla sobre la cama, Cecilia apoyó su mano izquierda sobre la cadera de Marcos, subiéndole la camisa para descubrirle bien el trasero. Tenía un culo estrecho, de nalgas alargadas, la piel muy blanca, casi sin vello. Empezó a pegarle flojito, pero enseguida arreció los golpes. Quería oírlo quejarse y lo consiguió. La piel blanca pronto adquirió un bonito tono sonrosado, volviéndose suave y cálida al tacto. Tuvo que obligarse a parar; hubiera seguido azotándolo durante horas, pero Marcos no era Johnny. -Espero que esto te sirva de lección. Si no te portas bien, te volveré a pegar. Ahora túmbate bocarriba. Él hizo lo que le pedía. Tenía el rostro ruborizado, la polla muy tiesa. Cecilia sacó del bolso la cuerda, el lubricante y los guantes de látex. Mejor que Marcos supiera lo que se avecinaba, para que no hubiera más sorpresas. -Ahora escúchame -le dijo sentándose en la cama a su lado-. Te voy a atar los cojones con esta cuerda. No te preocupes, que no te va a hacer daño. Es para que no te corras antes de tiempo. Ya se lo he hecho antes a otros tíos y no ha pasado nada. Pag. 107 CuadernosBDSM es un proyecto sin ánimo de lucro y su distribución es libre y gratuita, sólo para PÙBLICO ADULTO. Los artículos pertenecen a sus autores. Está prohibido modificar los textos, así como comerciar con este material.