CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 50

dijeron: "Quédate como ganado, perros alemanes". Vino llegando más víctimas ensangrentadas por los golpes que recibieron y gimiendo de dolores. A mi lado se encontraba mi hijo de 12 años de edad. De las casas vecinas y de la parte de las esclusas venían tiros que hirieron a varios alemanes, que fueron removidos, no me constataron si estaban muertos. Después de 7 horas fui puesta en libertad, con mi hijo, debido a la interferencia de un funcionario de la policía polaca. En el pateo del puesto policial había también una ametralladora dirigida sobre los presos que fueron obligados a arrodillarse y dar un "viva" a Rydz-Smigly. Después nos preguntaron si no habíamos llevado buena vida en Polonia, y cuando una mujer tuvo el coraje de negar, dirigieron la ametralladora sobre ella, diciéndole que sería inmediatamente fusilada. Reina terrible confusión en el patio. Soy incapaz de describir todos los malos tratos que infligieron a los presos. Reafirmo la veracidad de mi testimonio, refiriéndome a mi juramento prestado sobre la causa, el 11 de septiembre de 1939, ante el tribunal especial de Bromberg. L, apr, ass. ass, "Kaethe Finger, n. Boehlke cerrado: ass, Bengsch ass, Krauss Fuente: Sd. K. Ls. Bromberg 2/39. 13. "El sanguinario de Bromberg". Mujer embarazada perforada por bayoneta. El testigo Roesnes de Bromberg depuso bajo juramento: En el puesto policial me maltrataron con golpes en la cara y puntapiés. La novena nos condujo a la sede del gobierno, donde oí los gritos de los maltratados y comprobé que había unos 200 muertos y heridos. En parte procedían de la siguiente manera: decían a los alemanes que acababan de ser oídos, que podían retirarse. Cuando, sin embargo, iban descendiendo la escalera, les daban tiros por detrás, matándolos, o liquidándolos a culatazos, arrojándolos por las escaleras abajo. Vi, en particular, como clavaron a, una mujer embarazada con la bayoneta, desclavándola por medio de un puntapié en la víctima, de manera que cayó por la escalera abajo, falleciendo después de recibir otro tiro. Un tal Roberschewski, alto funcionario de la policía, conocido bajo el apodo "Sanguinario de Bromberg" y que se halla forajido, dijo varias veces cuando se volvía intolerable los gritos de los torturados y que, por eso, tocaban una sirena