CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 44

con prisa, pues todos desaparecieron justo atrás. Fui todavía a ver los cadáveres de cerca en el lugar donde quedaron durante tres días. En la tarde del lunes, cuando ya se decía que los soldados polacos se habían retirado, dos soldados trajeron a un hombre y una mujer, ambos de avanzada edad. Nos pusieron junto a una pared de la usina, donde asistió que dejara en paz a los dos viejos que me parecían tener unos 65 años. Pero uno de los soldados me dio un culatazo, diciendo: "Que mueran esos dañados niemcys (alemanes)!". Ni siquiera me había levantado, cuando los pobres viejos ya habían muerto. Luego los soldados se alejaron corriendo. Fuente: WR I 7. "¡La gente debería matarlos a palos, y no a tiros!". Asesinato de Wildemann. Según las investigaciones exportadas en la sentencia, el testigo D. Wildmann depuso bajo juramento: Varias horas habían revisado, en la mañana del 3 de septiembre, la casa de testigos Wldemann, en Bromberg, la calle Schwedenbergstrasse (Ugory, 56), sin conseguir armas. Por las tres de la tarde, apareció otra horda de unos treinta hombres, todos armados de garrotes y otras armas similares. Bajo el pretexto de alguien había tirado desde dentro de la casa, hicieron nueva inspección, oportunidad en que varios objetos pertenecientes a la pareja Wildemann fueron robados. En la casa no existían armas, ni nadie había disparado. El marido Wildemann había buscado refugio en la bodega, cuando vio acercarse a la horda. Siendo preguntada, donde se hallaba su marido, el testigo Frau Wildemann respondió que había ido a casa de conocidos en la calle Kujawierstrasse. Transportada a aquella casa y no siendo encontrado el marido, el testigo, siendo confesó dónde se encontraba. Volcados a la propiedad del testigo, arrestaron al marido de la misma, llevándolo junto con la mujer hasta el jardín que está cerca de la casa, siendo ambos maltratados. Ahí nos pusieron como si quisieran fusilarlos. Cuando la pareja se abrazó y comenzó a hacer su última oración, los circundantes se burlaron de sus víctimas y se rieron de ellas. En ese medio se oía a cada instante: "¡La gente debería matarlos a palos, y no a tiros!" Entre aquellos que gritaban, se encontraba el peluquero Alfons Lewandowski. Cuando D. Wildemann se dirigió a él preguntando: "¿Qué y que le estoy debiendo, ¿qué y qué le hice mal?", Le ofendió con la frase "Puerca alemana, maldita partidaria de