CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 45
Hitler" y le dio con la mano en la cara. A continuación, el marido fue conducido
por los soldados que, en esa ocasión, se portaron con moderación. Algunos días
después, lo encontraron muerto a golpes y horriblemente mutilado, en la
proximidad del terreno. Él estaba levemente cubierto de tierra y no pudo ser
reconocido sino por el traje y el contenido de los bolsillos.
Fuente: Sd. K. Ls. Bromberg 14/39.
8. "Todos los alemanes tienen que ser sacrificados como ganado". Asesinato de
Gollinick y Koepernick.
Según las investigaciones expuestas en la sentencia, los testigos Olga y Franz
Tafelski depusieron bajo juramento:
La multitud que caminaba por la calle Breiten Strasse, arrojaba a los soldados
contra el alemán Gollnick. Los soldados abatieron a Gollnick a coronadas,
dejándolo estirado en la calle. Vivió aún hasta la noche. El testigo Tafelski vio que
Gollnick todavía movía la pierna izquierda y la mano izquierda cuando se quedaba
oscuro. La población había dado la vuelta al cuerpo de Gollnick que estaba boca
abajo, y le había abierto los pantalones de manera que el vientre se hallaba
descubierto. Por la noche, un civil y dos soldados aparecieron y le perforaron el
vientre de Gollnick con el sable. Después lo mataron con un tiro.
La tarde andaban bandas de civiles y soldados con gran alboroto por la Breinten
Strasse, cerca del lugar, donde Gollnick yacía gravemente herido, oyendo gritar
que los alemanes habían disparado de dentro de sus casas. Se encontraba, en
aquella multitud, la desempleada Sofie Bednarczyk que bromeaba con los
soldados y se comportaba, según afirma Olga Tafelski, "como una loca". Franz
Tafelski vio cómo la Bednarczyk iba al frente de la horda, de brazos cruzados.
Toda su actitud daba a entender que se daba especial importancia. Ella gritó,
como oyó Olga Tafelski: "Dame el fusil. Todos los alemanes tienen que ser
abatidos como ganado estos malditos Hitlers. Franz Tafelski la oyó gritar: "Todos
los alemanes tienen que ser fusilados", y, en eso, miraba riéndose a los soldados.
En la esquina del terreno de la Breiten Strasse, N° 5, cuando vio al alemán
Gollnick, en el suelo y con los pantalones abiertos, ella gritó, según testimonio
del testigo Bartkowiak: "A ese Hitler necesitan cortarle los testículos". Alrededor
de media hora después vinieron a maltratar, por el mismo lugar, al alemán
Koepernick que fue asesinado poco después.