CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 41
sólo cinco minutos antes de la muerte - entonces podremos vivir unas horas
más". Y así fue. En la mañana del jueves volvemos a encontrar varias veces
soldados, que, debido a nuestra debilidad no podemos reconocer. Pero dos horas
después tuvimos la certeza de que nos encontramos frente a soldados alemanes
y nos lanzamos a los brazos de un capitán alemán. Café y un poco de coñac, nos
estimularon las fuerzas, y una opulenta sopa de guisantes con tocino restableció
completamente. Dos horas más tarde, entran con el Estado Mayor en la ciudad
de Bromberg, liberado, y pronto nos encontramos en los brazos de mi esposa y
nuestra madre que le costó entender sobre el milagro de nuestra vuelta.
Bromberg, 12 de septiembre de 1939.
Ass.
Herbert Matthes, fabricante de muebles - Albertstrasse, 24.
Fuente: WR II.
4. Disputado el despojo
Según las investigaciones expuestas en las sentencias, el testigo Harbert Matthes,
de Bromberg, después bajo juramento:
En la mañana del 3 de septiembre de 1939, los acusados Kazimir Dybowski, Paul
y Peter Kinczewski Pijarowski, acompañados por gran número de civiles polacos
desconocidos y varios soldados polacos a bayoneta armada, se dirigieron por la
calle Albertstrasse en Bromberg. En cuanto Dybowski tenía un cuchillo en la
mano, Kinczewski y Pijarowski se hallaban armados de un hacha, frente a la casa
N° 24 de Albrechstrasse calles donde el testigo Herbert matthes mantiene una
gran mercadería, irrumpieron en la casa, precedida por Kinczewski el cual, al
entrar en la sala, dijo que la presencia de Biermann testigo, a cargo del servicio
de protección contra ataque aéreo, que Matthes había disparado sobre militares
polacos.
Tanto como concurso de Biermann la veracidad de esta afirmación, la población
no deja contiene, entrando en el patio donde Matthes había escondido en un
horno secador, con su esposa y dos hijos, de 13 y 15 años y su madre, de 72 años
edad. La puerta del horno estaba cerrada. Como no abrieron a la invitación de
Kinczewski "Salir", cogió, sin más, el hacha, arrollando la puerta a golpes.
Apareció entonces la mujer Ella Matthes con sus dos hijos y su suegra, mientras
Herbert Matthes aún se conservó escondido. Ella declaró a los asaltantes que su
marido ya no estaba y que ni sabía dónde andaba. Cuando Kinczewski respondió