CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 190

Pasó después un destacamento de infantería polaca, preguntándonos quiénes éramos, respondimos que éramos populares alemanes, gritaron que éramos espías. Se le avisó al oficial que dirigía el destacamento, y éste, acercándose a nosotros, nos mandó quedarnos con el rostro hacia la pared, diciendo que seríamos fusilados. En esa ocasión, el oficial le dio varias veces con el puño en el rostro del popular alemán Hirth de Opalenitza, porque no se volvió con la deseada rapidez. Por orden del oficial fue llamada otra escolta que noscondujo a Iwno. Apareció allí un policía, viniendo de Gnesen, diciéndonos que estábamos libres y que podíamos volver a casa. Aconsejó que no volvamos en grupos grandes, sino en grupos más pequeños porque así no seríamos tan molestados por la poblacion. Nos separamos en grupos pequeños y marchamos en caminos vecinales hacia Posen. Después de haber descansado unas dos horas en una zanja, yo y otros dos compañeros, fuimos nuevamente presos por un sargento y dos plazas de la compañía de ametralladoras n ° 57 de Posen, siendo conducidos a la aldea Iwno. Al ser arrestados por los tres soldados polacos, tuvimos que acostarnos en el suelo, con los brazos extendidos, donde el sargento, continuamente, nos pisaba, con sus botas, en la cabeza, diciendo: "Besa la tierra polaca, cerdo alemán". Cuando éramos conducidos, por los tres soldados, a través de la aldea, el sargento invitó a los civiles a que nos golpearan porque éramos espías. La población no se hizo rogar para abusar excesivamente de esa invitación. En Iwno se reunieron al nuestro, otros grupos pequeños que anteriormente se había separado de nosotros, y que también fueron arrestados por los soldados de infantería, polacos. Nuestro grupo contaba ya a 25 hombres. Nos llevaron a través de un prado hasta un matadero donde nos mandaron arrodillarnos. Nos sacaron, a todos los objetos de valor que aún traíamos con nosotros. Encontraron, en esa oportunidad, en manos del popular alemán Oskar Rothe de Konkolewo un pasaporte alemán. Rothe fue, inmediatamente, muerto a tiro de pistola, por uno de los soldados polacos. Luego fuimos conducidos a una propiedad, donde ya se encontraban unos 20 populares alemanes. En ese mismo lugar, uno de los soldados comunicó a un oficial que cuatro de nuestros compañeros habían dado señales, con camisa, a los aviadores alemanes. Yo no había observado nada que justificara tal denuncia, juzgo, hasta, lo más imposible tal acto. Los respectivos compañeros fueron conducidos, por orden del oficial, detrás de un muro, siendo fusilados por los soldados. Como no he visto el