CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 152
Algunos de aquellos que se quedaron sin fuerzas para ir adelante, eran subidos
en los carros, por regla general, sin embargo, eran muertos a tiros, en la
retaguardia de la columna. Desde la mañana del 7 de septiembre y toda la noche,
marchamos, con pocas interrupciones, en las zanjas o en el lodo de la carretera,
hasta la mañana del 8 de septiembre, a las 9, aterrizando en una propiedad, de
nombre Starawies, a unos 3 km. además de Kutno.
Nos quedamos allí unas cuatro horas. Varios compañeros, al llegar, cayeron,
muriendo de cansancio. Sólo parte del grupo recibió pan, pero todos recibieron
agua potable que era, para nosotros la mayor delicia.
Ya, de madrugada, durante la marcha, nos habíamos echado en el pasto que
quedaba al borde de la carretera, para beber el rocío. Conseguimos también,
arrancar, de vez en cuando, una remolacha para mitigar la terrible hambre.
Partimos de Starawies al mediodía, marchando, otra vez, toda la noche,
tambaleándose, dormidos, molestados a toda hora por los dementes,
amedrentados por los tiros desechados contra compañeros - uno de mis
compañeros contó, aquella noche, por lo menos44 alemanes habían muerto - y
molestados por las muchas columnas militares que retrocedían.
Quien no marchaba en línea, era llamado el orden, por medio de golpes y
baionetadas, por los hombres de la escolta, mejor alimentados que nosotros, en
parte disponian de bicicleta, se habían rendido. Incluso nuestro médico el Dr.
Staemmler, no escapó a ese tratamiento cuando, en la columna sin fin, se
adelantaba o retrasaba para socorrer a uno de los infelices con un fortificante.
No pudo llevar sus instrumentos médicos. Esa noche, él mismo, comenzó a
delirar, el Dr. Kohnert y dos compañeros que iban a su lado, fueron pisoteados
por soldados que pasaban. No paramos de cerrar la columna para llenar los claros
que iban apareciendo.
Un labrador de 70 años de edad, de nombre Koerner, que ya no podía soportar
la sed, se precipitó de un puente de 7 metros de altura, en las aguas del Bzura,
siendo baleado sin ser herido. Allí bebió agua de su sombrero, consiguiendo
colarse en la retaguardia de la columna.
El 9 de septiembre llegamos a Lowitsch, parado en un lugar que quedaba entre
el testimonio de explosivos y el cuartel, esto durante un fuerte bombardeo de la
artillería alemana. La escolta polaca nos abandonó, con la excepción de unos