CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 150

En Thorn fuimos alojados, durante la noche, en un salón sucio, situado en un suburbio. Comenzaron a surgir los primeros casos de trastornos mentales. Hombres y mujeres gritaban; a veces se daban manifestaciones anti-alemanas por parte de los criminales polacos que se habían unido a nuestro grupo. El 4 de septiembre, marchamos de Thorn hasta la estación de Ciechocinek. Nuestros guardias estaban muy ocupados con la captura de desertores polacos. En vista del desarrollo de las luchas, supusimos todos que las tropas alemanas llegaran a tiempo para liberarnos. Poco antes de llegar al balneario, se suicidó el joven Gerhard Schreiber de Bromberg, cortando la arteria carótida. El medico-operador Dr. Staemmler de Bromberg, que se hallaba en nuestro grupo, cerró la herida. El herido fue transportado a Ciechocinek donde murió. El Dr. Staemmler me declaró que, podría haber sido salvo bajo un tratamiento normal. Mientras el muchacho que pasaba por una crisis nerviosa, yacía en su sangre, fue pisoteado con los pies por el último comandante de la policía de Bromberg que dirigía nuestro grupo. En los demás, sin embargo, mandó quitarnos los corta uñas y las laminas de gilete. En Ciechocinek fuimos alojados en un albergue para la juventud, separados por sexos. Sin embargo, no fue posible descansar porque se dieron nuevos casos de trastornos mentales y no cesaron los gritos histéricos. Nada nos dieron para comer. El 5 de septiembre, marchamos bajo un calor abrasador, de Ciechocinek hasta Wloclawek. Las enfermedades de pie se iban generalizando; el hambre iba en aumento; los víveres que algunos habían traído, habían sido repartidos. El dinero se nos había sacado; aun así, conseguimos, en Nieszawa, juntar entre los presos el dinero necesario para comprar pan para todos. El comandante le dio al Dr. Staemmler la orden de comprarlo y repartirlo. Desafortunadamente no volvió a demostrar el mismo sentimiento humano. En Nieszawa se posó la tarde, bajo un sol abrasador, en una gran área para descarga de basura. Se unió a nuestro grupo, otro de presos venidos de Pommerelle. Entre ellos había mujeres y ancianos, todos exhaustos y extenuados hasta el extremo. Seguimos, bien a la orilla del Vistula, hasta Wloclawek, que había sufrido bastante bajo el bombardeo, siendo acorralados y cerrados en una sala de gimnasio.