CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 118
El testigo Schmalz reconoció de allí al acusado Skrzypcziak por la voz. En su
retirada, los bandidos soltaron aún una pica que habían encontrado en la casa de
Schmalz. También llevaron una palanca que encontraron en el patio trasero.
La banda siguió entonces por las 23 horas, a la propiedad del alemán Scheintze
en Kochfeld, donde, en primer lugar, destruyeron 65 vidrios de la casa y otros del
establo, sirviéndose de maderos, garrotes y piedras y probablemente de la
avalancha que llevaron. Además de las demoliciones y unos pequeños estragos,
no cometieron otras depredaciones y no entraron en la casa.
Habiendo dado toda la vuelta por las propiedades de los populares alemanes, las
únicas ocho que existen por allí se dirigieron de nuevo a la primera, la de
Busmann, donde, en medio de gran tumulto, arrojaron otra vez piedras contra la
casa y las ventanas, recorriendo las habitaciones y, hasta, el sótano y el ático.
Golpearon las puertas y arrobaron la puerta de la habitación de los criados, como
percibió el testigo Bussmann que se refugió de nuevo en el tejado. La horda dañó
la radio y la antena, dos sillones de peluche, hicieron caer diez vasos de flores y
rompió dos vidrios de la estantería de libros.
Se robaron los siguientes objetos: un diamante de vidriero, unos pantalones de
lana, una chaqueta de lana, una cartera vacía, un puntero lápiz, 15 vidrios Weck
con cerezas en conserva y jugo, seis cortinas, ocho medias, muchas toallas, tres
las piezas de jabón, una lata de crema para zapatos, dos latas de crema para cutis,
un reloj de pared, una docena de cuchillos, una docena de horquillas, una docena
de cucharas, tres ollas, dos sartenes, dos lentillas y dos almohadillas, un paño de
mesa, medio kilo de mantequilla, de manteca y de salchichas, un metro de metal
y dos baldes. Los recipientes de jugo fueron vaciados en su propio lugar.
El testigo Bussmann y su hermano salieron de su escondite sólo, a las 3 de la
madrugada, yendo a esconderse en un patatal que se encuentra a unos dos
kilómetros de distancia de la casa, porque, a la vista de la furia del pueblo, aún
sentían amenazados.
Dos días después de esos acontecimientos, el testigo Busmann oyó pelear a su
criado -el acusado Bambor- y el ayudante de molinero Nowak, citados en esta
acta como cómplices, a causa del préstamo de dos caballos.
Bussmann que estaba también en el patio, les dijo que no hicieran tanto ruido,
acercándose al grupo para armonizar las cosas. El acusado que tenía una pieza