CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 109
En circunstancias análogas, fueron presos el alemán Schmelzer y siete alemanes.
Los doce presos, entre ellos el padre de Kurt Schulze, el marido de la Frau
Kriegwald y el padre de los testigos Schmelzer, fueron conducidos, aún el mismo
día, de Schlitz al bosque, donde fueron atados, el uno al otro, siendo obligados a
pararse en cuclillas.
El que cayó de débil, recibía culatazos de los soldados, en el bosque, a lo que los
soldados respondieron que habían sido acusados de haber disparado con una
ametralladora, sobre Naskret que huira de Schulitz, y esto cuando el quisiera
volver para Schulitz con el fin de tratarlos como su ganado.
Que Naskret había hecho la denuncia. El teniente polaco, que comandaba su
tropa, temiendo que le quedara cortada la retirada si no se alejase rápidamente
del bosque, pidió a Kurt Schulz que lo condujera del bosque a la carretera.
En pago de dicho servicio y a petición del testigo, el teniente polaco prometió
soltar al padre del testigo ya los otros alemanes.
Más tarde Kurt Shulz huyó, volviendo a Schulitz. En ese tiempo, esto es, en el 5
de septiembre, Olga Schulz y Klara Kriegwald se habían entendido con un
destacamento polaco en Schulitz que mandaran llamar al empleado del servicio
forestal Naskret que confirmaría su afirmación de que los alemanes no poseían
armas ni dispararon; al que respondieron los soldados, riendo: "Fue él,
justamente, quien lo afirmó".
Kurt Schulz, habiendo regresado a Schulitz, se puso inmediatamente en camino
para buscar a su padre ya los otros diez hombres deportados de Schulitz. En las
inmediaciones del lugar donde él el teniente polaco se habían separado del resto
del grupo, encontró el suelo revuelto.
Cavando, encontró, a poca profundidad, los cadáveres de su padre, y de los otros
diez alemanes de Schulitz y de un desconocido.
Los asesinados se hallaban atados, el uno al otro. Todos ellos tenían los ojos
perforados y los dientes rotos. Algunos tenían la garganta cortada y el vientre
rasgado. August Schulz y Schmelzer habían desgarrado las manos. Los doce
hombres asesinados habían sido torturados hasta morir.
Fuente Sd. K. Ls. Bromberg 31/39.