CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA ATROCIDADES POLACAS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS | Page 176

levantaron y lo condujeron. Por la primera hora de la noche llegamos a Chodtz y tuvimos que pasar el resto de la noche al día libre. Al día siguiente fuimos revisados y fuimos alojados en un galpón del ingenio de azucar, donde ya se hallaban unos 30 internados provenientes de Hohensalza y Bromberg. Antes de la partida fuimos divididos en grupos de 1.000 hombres. Supe, más tarde, por el capitán del ejército que comandaba a nuestro grupo, que fuera poco menos de seis mil internados que partieron de Chodtz. Me encontré en el tercer grupo. En el camino hubo graves disparos sobre compañeros que intentaban huir u otros que se tambaleaban fuera de las líneas o caían al suelo. Yo mismo vi matar a uno de los nuestros porque era noche. Cuando, sin embargo, alguien se extendía en el suelo, oímos, poco después un tiro, donde concluíamos que había sido liquidado. Llegamos a Kutno en la mañana siguiente; y recibimos escasa comida, la primera que nos dieron. Nos dieron un pan por cada 16 hombres. Durante el día debo añadir, nos acompañaron aviadores alemanes que, evidentemente, se interesaban por nuestra suerte. Cuando encontrábamos tropas polacas, éramos golpeados con palos; uno de los grupos que iban atras del nuestro fue apuntado con ametralladoras; mataron alrededor de 50 a 60 tiros seguidos. Cuando llegamos cerca de Kutno, un internado salió de la columna, corriendo al campo, donde cayó en manos de tropas polacas que estaban paradas al borde de la carretera. Vi como dos soldados le dieron culatazos hasta que murió. La cabeza de otro internado fue literalmente aplastada bajo los talones de soldados polacos. Además de Kutno, vi a un internado muerto en la carretera; había muerto a culatazos. Según he oído, él pidió agua, recibiendo como respuesta el golpe mortal. Soldados polacos recomendaron varias veces a los hombres de nuestra escolta de matarnos porque de todos modos seríamos fusilados. Vi también como una mujer que llevaba a un niño en el brazo, fue maltratada con un garrote de goma por un policía. La encontré más tarde, estaba muerta. La distancia de Kutno hasta Lowitsch tuvo que ser vencida sin interrupción; son sesenta a setenta kilómetros. Fue una marcha acelerada, debido a la proximidad cada vez más sensible de las fuerzas alemanas. En Lowitsch, nuestro grupo fue acorralado en un campo cercado de alambre de púas, donde quedamos expuestos al fuego de ametralladoras polacas.