CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 71

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -¡Sube! ¡Subid! -grita Mikolka-. ¡Nos llevará a todos! Yo le obligaré a fuerza de golpes... ¡Latigazos! ¡Buenos latigazos! La rabia le ciega hasta el punto de que ya ni siquiera sabe con qué pegarle para hacerle más daño. -Papá, papaíto -exclama Rodia-. ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué martirizan a ese pobre caballito? -Vámonos, vámonos -responde el padre-. Están borrachos... Así se divierten, los muy imbéciles... Vámonos..., no mires... E intenta llevárselo. Pero el niño se desprende de su mano y, fuera de si, corre hacia la carreta. El pobre animal está ya exhausto. Se detiene, jadeante; luego empieza a tirar nuevamente... Está a punto de caer. -¡Pegadle hasta matarlo! -ruge Mikolka-. ¡Eso es lo que hay que hacer! ¡Yo os ayudo! -¡Tú no eres cristiano: eres un demonio! -grita un viejo entre la multitud. Y otra voz añade: -¿Dónde se ha visto enganchar a un animalito así a una carreta como ésa? -¡Lo vas a matar! -vocifera un tercero. -¡Id al diablo! El animal es mío y puedo hacer con él lo que me dé la gana. ¡Subid, subid todos! ¡He de hacerlo galopar! De súbito, un coro de carcajadas ahoga la voz de Mikolka. El animal, aunque medio muerto por la lluvia de golpes, ha perdido la paciencia y ha empezado a cocear. Hasta el viejo, sin poder contenerse, participa de la alegría general. En verdad, la cosa no es para menos: ¡dar coces un caballo que apenas se sostiene sobre sus patas...! Dos mozos se destacan de la masa de espectadores, empuñan cada uno un látigo y empiezan a golpear al pobre animal, uno por la derecha y otro por la izquierda. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 70