CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 70

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Y es el primero que sube a la carreta. Coge las riendas y su corpachón se instala en el pescante. -El caballo bayo -dice a grandes voces- se lo llevó hace poco Mathiev, y esta bestezuela es una verdadera pesadilla para mí. Me gusta pegarle, palabra de honor. No se gana el pienso que se come. ¡Hala, subid! lo haré galopar, os aseguro que lo haré galopar. Empuña el látigo y se dispone, con evidente placer, a fustigar al animalito. -Ya lo oís: dice que lo hará galopar. ¡Ánimo y arriba! -exclamó una voz burlona entre la multitud. -¿Galopar? Hace lo menos diez meses que este animal no ha galopado. -Por lo menos, os llevará a buena marcha. -¡No lo compadezcáis, amigos! ¡Coged cada uno un látigo! ¡Eso, buenos latigazos es lo que necesita esta calamidad! Todos suben a la carreta de Mikolka entre bromas y risas. Ya hay seis arriba, y todavía queda espacio libre. En vista de ello, hacen subir a una campesina de cara rubicunda, con muchos bordados en el vestido y muchas cuentas de colores en el tocado. No cesa de partir y comer avellanas entre risas burlonas. La muchedumbre que rodea a la carreta ríe también. Y, verdaderamente, ¿cómo no reírse ante la idea de que tan escuálido animal pueda llevar al galope semejante carga? Dos de los jóvenes que están en la carreta se proveen de látigos para ayudar a Mikolka. Se oye el grito de U ¡Arre! y el caballo tira con todas sus fuerzas. Pero no sólo no consigue galopar, sino que apenas logra avanzar al paso. Patalea, gime, encorva el lomo bajo la granizada de latigazos. Las risas redoblan en la carreta y entre la multitud que la ve partir. Mikolka se enfurece y se ensaña en la pobre bestia, obstinado en verla galopar. -¡Dejadme subir también a mí, hermanos! -grita un joven, seducido por el alegre espectáculo. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 69