Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
mujer. A veces, tras días o semanas de lágrimas y silencio,
Pulqueria Alejandrovna se entregaba a una agitación morbosa y
empezaba a monologar en voz alta, a hablar de su hijo, de sus
esperanzas, del porvenir. Sus fantasías eran a veces realmente
extrañas. Dunia y Rasumikhine le seguían la corriente, y ella tal
vez se daba cuenta, pero no por eso cesaba de hablar.
La sentencia se dictó cinco meses después de la confesión del
culpable. Rasumikhine visitó a su amigo en la prisión con tanta
frecuencia como le fue posible, y Sonia igualmente. Llegó al fin el
momento de la separación. Dunia y Rasumikhine estaban seguros
de que no sería eterna. El fogoso joven había concebido ciertos
proyectos y estaba firmemente resuelto a cumplirlos. Se proponía
reunir algún dinero durante los tres o cuatro años siguientes y
luego trasladarse con la familia de Rodia a Siberia, país repleto de
riqueza que sólo esperaba brazos y capitales para cobrar validez.
Se instalarían en la población donde estuviera Rodia y empezarían
todos juntos una vida nueva.
Todos derramaron lágrimas al decirse adiós. Los últimos días,
Raskolnikof se mostró profundamente preocupado. Estaba
inquieto por su madre y preguntaba continuamente por ella. Esta
ansiedad acabó por intranquilizar a Dunia. Cuando le explicaron
detalladamente
la
enfermedad
que
padecía
Pulqueria
Alejandrovna, el semblante de Rodia se ensombreció todavía más.
A Sonia apenas le dirigía la palabra. Contando con el dinero que
le había entregado Svidrigailof, la joven se había preparado hacía
tiempo para seguir al convoy de presos de que formara parte
Raskolnikof. Jamás habían cambiado una sola palabra sobre este
punto; pero los dos sabían que sería así.
En el momento de los últimos adioses, el condenado tuvo una
sonrisa extraña al oír que su hermana y Rasumikhine le hablaban
con entusiasmo de la vida próspera que les esperaba cuando él
saliera del presidio. Rodia preveía que la enfermedad de su madre
tendría un desenlace doloroso. Al fin partió, seguido de Sonia.
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