CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 630

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Es ya tarde. Tengo que ir a entregarme. Aunque no sé por qué lo hago. Gruesas lágrimas rodaban por las mejillas de Dunia. -Estás llorando, hermana mía. Pero me pregunto si querrás darme la mano. -¿Lo dudas? Lo estrechó fuertemente contra su pecho. -Al ir a ofrecerte a la expiación, ¿acaso no borrarás la mitad de tu crimen? -exclamó, cerrando más todavía el cerco de sus brazos y besando a Rodia. -¿Mi crimen? ¿Qué crimen? -exclamó el joven en un repentino acceso de furor-. ¿El de haber matado a un gusano venenoso, a una vieja usurera que hacía daño a todo el mundo, a un vampiro que chupaba la sangre a los necesitados? Un crimen así basta para borrar cuarenta pecados. No creo haber cometido ningún crimen y no trato de expiarlo. ¿Por qué me han de gritar por todas partes: « ¡Has cometido un crimen! »? Ahora que me he decidido a afrontar este vano deshonor me doy cuenta de lo absurdo de mi proceder. Sólo por cobardía y por debilidad voy a dar este paso..., o tal vez por el interés de que me habló Porfirio. -Pero ¿qué dices, Rodia? -exclamó Dunia, consternada-. Has derramado sangre. -Sangre..., sangre... -exclamó el joven con creciente vehemencia-. Todo el mundo la ha derramado. La sangre ha corrido siempre en oleadas sobre la tierra. Los hombres que la vierten como el agua obtienen un puesto en el Capitolio y el título de bienhechores de la humanidad. Analiza un poco las cosas antes de juzgarlas. Yo deseaba el bien de la humanidad, y centenares de miles de buenas acciones habrían compensado ampliamente esta única necedad, mejor dicho, esta torpeza, pues la idea no era tan necia como ahora parece. Cuando fracasan, incluso los mejores proyectos parecen estúpidos. Yo pretendía solamente obtener la independencia, asegurar mis prime &